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Un Mandato De Reinas
Morgan Rice
El Anillo del Hechicero #13
EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un Г©xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros aguerridos e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaГ±o y traiciГіn. Lo entretendrГЎ durante horas y satisfarГЎ a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del gГ©nero fantГЎstico. -Books and Movie Reviews, Roberto MattosEL DECRETO DE LAS REINAS es el Libro#13 de la serie de best-sellers EL ANILLO DEL HECHICERO, qu empieza con LA SENDA DE LOS HГ‰ROES (Libro#1) . En EL DECRETO DE LAS REINAS, Gwendolyn lleva lo que queda de su naciГіn al exilio, navegando hacia las hostiles puertos del Imperio. Recibidos por el pueblo de Sandara, intentan recuperarse a escondidas, construir un nuevo hogar a la sombra de Volusia. Thor, decidido a rescatar a Guwayne, con sus hermanods de la LegiГіn en su bГєsqueda a travГ©s del ocГ©ano, a las enormes cuevas que anuncian la Tierra de los EspГritus, encontrГЎndose con impensables monstruos y exГіticos paisajes. En las Islas del Sur, Alistair se sacrifica por Erec, pero un giro inesperado podrГa salvarlos a los dos. Darius lo arriesga todo para salvar al amor de su vida, Loti, aunque tenga que enfrentarse al Imperio Г©l solo. Pero descubrirГЎ que su conflicto con el Imperio no ha hecho mГЎs que empezar. Y Volusia continГєa su ascensiГіn, despuГ©s de asesinar a RГіmulo, de consolidar su dominio sobre el Imperio y convertirse en la despiadada reina que tenГa que ser. ВїSobrevivirГЎn Gwen y su pueblo? ВїEncontrarГЎn a Guwayne? ВїVivirГЎn Alistair y Erec? ВїRescatarГЎ Darius a Loti? ВїSobrevivirГЎn Thorgrin y sus hermanos?Con su sofisticada caracterizaciГіn y construcciГіn del mundo, EL DECRETO DE LAS REINAS es un relato Г©pico de amigos y amantes, rivales y pretendientes, caballeros y dragones, de intrigas y maquinaciones polГticas, de crecer, de corazones rotos, de engaГ±o, ambiciГіn y traiciГіn. Es un relato de honor y valentГa, de sino y destino, de brujerГa. Es una historia fantГЎstica que nos lleva a un mundo que nunca olvidaremos y que gustarГЎ a personas de todas las edades y gГ©neros. LlamГі mi atenciГіn desde el principio y siguiГі.. Esta historia es una aventura sorprendente en la que todo pasa rГЎpidamente, llena de acciГіn desde el principio. No encontrarГЎs ni un solo momento aburrido. Paranormal Romance Guild {acerca de TransformaciГіn}
Morgan Rice
Un Mandato De Reinas (Libro #13 De El Anillo Del Hechicero)
Acerca de Morgan Rice
Morgan Rice tiene el #1 en Г©xito de ventas como el autor mГЎs exitoso de USA Today con la serie de fantasГa Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de once libros (y contando); de la serie #1 en ventas LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspenso post-apocalГptica compuesta de dos libros (y contando); y de la nueva serie de fantasГa Г©pica REYES Y HECHICEROS. Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones estГЎn disponibles en mГЎs de 25 idiomas.
A Morgan le encanta escucharte, asГ que, por favor, visita www.morganrice.books (http://www.morganrice.books/) para unirte a la lista de correo, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar la app gratuita, conocer las Гєltimas noticias, conectarte con Facebook o Twitter ВЎy seguirla de cerca!
Algunas opiniones acerca de Morgan Rice
В«EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un Г©xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaГ±o y traiciГіn. Lo entretendrГЎ durante horas y satisfarГЎ a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del gГ©nero fantГЎsticoВ».
В В В В -Books and Movie Reviews, Roberto Mattos
В«Una entretenida fantasГa Г©picaВ».
В В В В -Kirkus Reviews
В«Los inicion de algo extraordinario estГЎn ahГВ».
В В В В -San Francisco Book Review
«Lleno de acción…La obra de Rice es sólida y el argumento es intrigante».
В В В В -Publishers Weekly
В«Una animada fantasГa…Es sГіlo el comienzo de lo que promete ser una serie Г©pica para adultos jГіvenesВ».
В В В В --Midwest Book Review
Libros de Morgan Rice
REYES Y HECHICEROS
EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)
EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)
El PESO DEL HONOR (Libro #3)
UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)
UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)
EL ANILLO DEL HECHICERO
LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)
UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)
UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)
UN GRITO DE HONOR (Libro #4)
UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)
UNA POSICIГ“N DE VALOR (Libro #6)
UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)
UNA CONCESIГ“N DE ARMAS (Libro #8)
UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)
UN MAR DE ESCUDOS (Libro #10)
UN REINO DE ACERO (Libro #11)
UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)
UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)
UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)
UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)
UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)
EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)
LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA
ARENA UNO: SLAVERSUNNERS (Libro #1)
ARENA DOS (Libro #2)
EL DIARIO DEL VAMPIRO
TRANSFORMACIГ“N (Libro # 1)
AMORES (Libro # 2)
TRAICIONADA (Libro # 3)
DESTINADA (Libro # 4)
DESEADA (Libro # 5)
COMPROMETIDA (Libro # 6)
JURADA (Libro # 7)
ENCONTRADA (Libro # 8)
RESUCITADA (Libro # 9)
ANSIADA (Libro # 10)
CONDENADA (Libro # 11)
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Derechos Reservados В© 2014 por Morgan Rice
Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora.
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Г‰sta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia.
Imagen de la cubierta Derechos reservados Slava Gerj, Utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.
CAPГЌTULO UNO
La cabeza de Thorgrin iba dando golpes contra las piedras y el barro mientras mientras caГa por la ladera de la montaГ±a en caГda libre, unos cien metros mientras la montaГ±a se derrumbaba. Su mundo daba vueltas sobre sГ mismo y Г©l intentaba pararlo, pero no podГa. Por el rabillo del ojo veГa cГіmo caГan sus hermanos tambiГ©n, dando vueltas sobre sГ mismos, todos ellos, al igual que Thor, agarrГЎndose desesperadamente a raГces, a piedras, a lo que fuera, intentando ralentizar la caГda.
Thor se dio cuenta, con cada momento que pasaba, que se estaba alejando cada vez mГЎs de la cima del volcГЎn, de Guwayne. Pensaba en aquellos salvajes allГЎ arriba, preparГЎndose para sacrificar a su bebГ© y la furia le quemaba por dentro. AraГ±aba el barro, gritando, desesperado por volver allГЎ arriba.
Pero por mucho que lo intentara, poca cosa podГa hacer. Thor apenas podГa ver o respirar, mucho menos resguardarse de los golpes, pues una montaГ±a de lodo se avalanzГі sobre Г©l. ParecГa que el peso del universo entero estaba sobre sus hombros.
Todo estaba sucediendo muy rГЎpido, demasiado rГЎpido para que Thor pudieraВ procesarlo y, al echar un vistazo hacia abajo, vio un campo de rocas puntiagudas. SabГa que tan pronto les golpearan, todos ellos morirГan.
Thor cerrГі los ojos e intentГі recordar su entrenamiento, las enseГ±anzas de Argon, las palabras de su madre, intentaba encontrar la calma dentro de la tormenta, llamar al poder del guerrero que habГa dentro de Г©l. Mientras lo hacГa, sentГa cГіmo su vida pasaba rГЎpidamente por delante de sus ojos. ВїEra esta, se preguntaba, su Гєltima prueba?
Por favor, Dios, rezaba Thor, si existes, sГЎlvame. No permitas que muera de esta manera. PermГteme reunir mi poder. PermГteme salvar a mi hijo.
Mientras pensaba las palabras, Thor sentГa que lo estaban probando, lo estaban obligando a recurrir a su fe, a reunir una fe mГЎs grande de la que nunca habГa tenido. Tal y como su madre le habГa advertido, ahora era un guerrero y se enfrentaba a una prueba de guerrero.
Cuando Thor cerrГі los ojos, el mundo empezГі a ir mГЎs lento y, para su asombro, empezГі a sentir una calma, una sensaciГіn de paz, dentro de la tormenta. EmpezГі a notar un calor que crecГa dentro de Г©l, corriendo por sus venas, hacia sus manos. Se empezГі a sentir mГЎs grande que su cuerpo.
Thor se sentГa fuera de su cuerpo, mirando hacia abajo, se veГa a sГ mismo cayendo por la ladera de la montaГ±a. Se dio cuenta en ese momento que Г©l no era su cuerpo. Era alguna cosa mГЎs grande.
De repente Thor volviГі a su cuerpo y, tan pronto lo hizo, levantГі las manos por encima de su cabeza y observГі cГіmo una brillante luz blanca emanaba de ellas. MandГі a la luz que creara una burbuja alrededor de Г©l y de sus hermanos y, al hacerlo, de repente la avalancha de barro se detuvo en seco, una pared de lodo rebotГі en el escudo para no volver ya hacia ellos.
Ellos continuaban resbalando, pero ahora a una velocidad mucho mГЎs lenta, facilitando que pudieran ir parando gradualmente hasta llegar a un pequeГ±o altiplano cerca de la base de la montaГ±a. Thor mirГі hacia abajo y vio que se habГa detenido en un agua poco profunda y, allГ de pie, vio que le llegaba por las rodillas.
Thor mirГі alrededor sorprendido. MirГі hacia arriba a la montaГ±a y vio la pared de lodo congelado, colgando en el aire, como si estuviera preparada para volver a caer hacia abajo en cualquier momento, todavГa bloqueada por su burbuja de luz. Lo admiraba todo, sorprendido de haber hecho todo aquello.
“¿Ha muerto alguien?” gritó O’Connor.
Thor vio a Reece, O’Connor, Conven, Matus, Elden e Indra, todos ellos magullados y debilitados, poniГ©ndose de pie, pero todos milagrosamente vivos y ninguno con heridas importantes. Se frotaban la cara, cubierta de lodo negro, parecГa que todos ellos habГan andado a gatas a travГ©s de una mina. Thor podГa ver lo agradecidos que estaban de estar vivos y podГa ver en sus ojos que creГan que Г©l habГa salvado sus vidas.
Al acordarse, Thor se girГі e inmediatamente mirГі hacia la cima de la montaГ±a con una sola cosa en su mente: su hijo.
“¿Cómo vamos a subir de nuevo…” empezó a decir Matus.
Pero antes de que pudiera finalizar sus palabras, Thor sintiГі repentinamente que algo se enroscaba alrededor de sus tobillos. MirГі hacia abajo, perplejo, y vio una criatura gruesa, viscosa y musculosa enroscГЎndose alrededor de sus tobillos y hacia sus espinillas, una y otra vez. Vio horrorizado que era una criatura larga, parecida a una anguila, con dos pequeГ±as cabezas, siseando con sus largas lenguas mientras lo miraba y lo envolvГa con sus tentГЎculos. Su piel empezГі a quemar las piernas de Thor.
Los reflejos de Thor reaccionaron, sacГі su espada y daba cuchilladas, al igual que los demГЎs, que tambiГ©n estaban siendo atacados a su alrededor. Thor procuraba dar cuchillazos con cuidado para no cortatse su propia pierna y, con un corte, la anguila se soltГі y el horrible dolor desapareciГі. La anguila volviГі deslizГЎndose al agua, siseando.
O’Connor buscaba con sus manos su arco, les disparó y falló, mientras Elden temblaba al acercársele tres anguilas a la vez.
Thor se apresurГі hacia adelante y le hizo un corte a la anguila que se dirigГa a la pierna de O’Connor, mientras Indra dio un paso adelante y gritГі a Elden: “¡No te muevas!”
LevantГі su arco y disparГі tres flechas rГЎpidamente una detrГЎs de otra, matando cada una de las anguilas con un disparo perfecto, tan solo rozando la piel de Elden.
Г‰l la mirГі sobresaltado.
“¿Estás loca?” gritó. “¡Casi me dejas sin pierna!”
Indra le sonriГі.
“Pero, no lo hice, ¿verdad?” respondió ella.
Thor oyГі un chapoteo y mirГі a su alrededor al agua y vio docenas de anguilas mГЎs avanzando. SabГa que tenГa que hacer algo para salir de allГ rГЎpidamente.
Thor se sentГa agotado, exhausto por haber reunido su poder y sentГa que le quedaba muy poco dentro; sabГa que todavГa no era lo suficientemente poderoso para reunir su poder continuamente. AГєn asГ, sabГa que tenГa que recurrir a Г©l una Гєltima vez, al precio que fuera. Si no lo hacГa, sabГa que nunca regresarГan, morirГan aquГ, en esta charca de anguilas y su hijo no tendrГa ninguna oportunidad. Puede que le costara toda su fuerza, que lo dejara dГ©bil durante dГas, pero no le importaba. Pensaba en Guwayne, allГЎ arriba, a la merced de aquellos salvajes y sabГa que harГa cualquier cosa.
Mientras otro grupo de anguilas empezaba a deslizarse hacia Г©l, Thor cerrГі los ojos y levantГі sus manos hacia el cielo.
“En el nombre del único Dios”, dijo Thor en voz alta, “os lo ordeno, cielos, abriros! Os ordeno que nos enviéis nubes para elevarnos!”
Thor pronunciГі las palabras con una voz profunda y oscura, ya sin miedo de abrazar al Druida que era y sintiГі cГіmo vibraban en su pecho, en el aire. SintiГі un tremendo calor concentrГЎndose en su pecho y, mientras pronunciaba las palabras, sentГa la certeza de que acontecerГan.
Se oyГі un gran rugido y cuando Thor mirГі, vio que los cielos empezaban a cambiar, a transformarse en un lila oscuro, las nubes se arremolinaban y echaban espuma. ApareciГі un agujero redondo, una abertura en el cielo y, de repente, una luz escarlata saliГі disparada hacia abajo, seguida de una nube en forma de embudo, descendiendo hacia ellos.
En unos instantes, Thor y los demГЎs se encontraron barridos por un tornado. Thor sentГa la humedad de las suaves nubes arremolinГЎndose a su alrededor, se sentГa a sГ mismo inmerso en la luz y, unos momentos mГЎs tarde, sintiГі que se alzaba, se levantaba hacia el aire, sintiГ©ndose mГЎs ligero de lo que nunca se habГa sentido. Verdaderamente se sentГa uno con el universo.
Thor sentГa como subГa mГЎs y mГЎs, a lo largo de la montaГ±a hacia arriba, pasando por el lodo, pasand por su burbuja, directo hacia la cima de la montaГ±a. En unos instantes, la nube los llevГі hacia arriba del todo del volcГЎn y los dejГі con delicadeza. DespuГ©s se disipГі con la misma rapidez.
Thor estaba allГ de pie con sus hermanos y todos lo miraban asombrados, como si fuera un dios.
Pero Thor no pensaba en ellos, se dio la vuelta y rГЎpidamente inspeccionГі el altiplano y solo tenГa una cosa en mente: los tres salvajes que habГa delante suyo. Y la pequeГ±a cunita que habГa en sus brazos, suspendida en el filo del volcГЎn.
Thor soltГі un grito de guerra mientras corrГa hacia adelante. El primer salvaje se girГі para mirarlo, perplejo y, al hacerlo, Thor no vacilГі, sino que corriГі hacia delante y lo decapitГі.
Los otros dos se giraron con una expresiГіn de horror y, entonces, Thor apuГ±alГі a uno en el corazГіn y despuГ©s golpeГі al otro con la empuГ±adura de su espada en la cara, tirГЎndolo hacia atrГЎs, gritando, por el borde del volcГЎn.
Thor se dio la vuelta y rГЎpidamente les arrebatГі la cuna antes de que pudieran tirarla. MirГі hacia abajo, el corazГіn le latГa con fuerza de agradecimiento por haberlo cogido a tiempo, preparado para coger a Guwayne y tenerlo en sus brazos.
Pero cuando Thor mirГі a la cuna, todo su mundo se derrumbГі.
Estaba vacГa.
El mundo se congelГі para Thor mientras estaba allГ, paralizado.
MirГі hacia abajo al volcГЎn y vio abajo, a lo lejos, las llamas subiendo hacia arriba. Y supo que su hijo estaba muerto.
“¡NO!” gritó Thor.
Thor cayГі sobre sus rodillas, gritando a los cielos, soltando un tremendo grito que resonГі en las montaГ±as, el grito primal de un hombre que ha perdido todo por lo que vivГa.
“¡GUWAYNE!”
CAPГЌTULO DOS
Por encima de la solitaria isla en el centro del mar volaba un dragГіn solitario, un pequeГ±o dragГіn, todavГa no muy grande, su grito era estridente y penetrante, ya dejaba entrever el dragГіn que algГєn dГa serГa. Volaba victoriosamente, sus pequeГ±as escamas vibraban, crecГan a cada minuto, batГa sus alas, sus garras sujetaban la cosa mГЎs preciosa que habГa tocado en su corta vida.
El dragГіn mirГі hacia abajo, sintiendo el calor entre sus garras y observГі su preciada posesiГіn. OyГі el llanto, notГі el retorcimiento yВ se sintiГі tranquilo al ver que el bebГ© aГєn estaba en sus garras, intacto.
Guwayne, habГa gritado el hombre.
El dragГіn todavГa oГa los gritos retumbando en las montaГ±as mientras volaba alto. Estaba muy feliz por haber salvado al bebГ© a tiempo, antes de que aquellos hombres pudieran clavarle sus dagas. Les habГa arrancado a Guwayne de las manos sin perder ni un segundo. HabГa hecho bien el trabajo que se le habГa ordenado.
El dragГіn volaba mГЎs y mГЎs alto por encima de la solitaria isla, hacia las nubes, ya fuera de la vista de todos aquellos humanos de allГЎ abajo. PasГі por encima de la isla, por encima de los volcanes y las sierras montaГ±osas, a travГ©s de la neblina, mГЎs y mГЎs lejos.
Pronto estaba volando por encima del ocГ©ano, dejando atrГЎs la pequeГ±a isla. Delante de Г©l se encontraba una vasta extensiГіn de mar y cielo, sin nada que rompiera la monotonГa por varios millones de kilГіmetros.
El dragГіn sabГa exactamente a donde se dirigГa. TenГa un sitio al que llevar a este niГ±o, este niГ±o al que ya querГa mГЎs de lo que podГa decir.
Un sitio muy especial.
CAPГЌTULO TRES
Volusia se encontraba frente al cuerpo de RГіmulo, mirando su cadГЎver con satisfacciГіn, su sangre, todavГa caliente, rezumaba por sus pies, por los dedos decubiertos por sus sandalias. Se deleitaba con esta sensaciГіn. No podГa recordar cuГЎntos hombres, incluso a su temprana edad, habГa matado, cogidos por sorpresa. Siempre la subestimaban y mostrar lo brutal que podГa ser era uno de los mayores placeres de la vida.
Y ahora, haber matado al mismГsimo Gran RГіmulo –con sus propias manos, no a manos de alguno de sus hombres- el Gran RГіmulo, hombre de leyenda, el guerrero que matГі a AndrГіnico y se quedГі el trono. El Supremo Gobernador del Imperio.
Volusia sonreГa con un inmenso placer. AquГ estaba, el gobernador supremo, reducido a un charco de sangre a sus pies desnudos. Y todo con sus propias manos.
Volusia se sentГa envalentonada. SentГa un fuego ardiendo por sus venas, un fuego para destruirlo todo. SentГa que su destino se abalanzaba sobre ella. SentГa que habГa llegado su momento. SabГa, con la misma claridad que habГa sabido que asesinarГa a su propia madre, que un dГa gobernarГa el Imperio.
“¡Ha matado a nuestro amo!” dijo una voz temblorosa. “¡Ha matado al Gran Rómulo!”
Volusia mirГі hacia arriba y vio la cara del comandante de RГіmulo que estaba allГ, mirГЎndola fijamente con una mezcla de sobresalto, miedo y respeto.
“Ha matado”, dijo abatido, “al Hombre Que No Se Puede Matar”.
Volusia lo mirГі, con una mirada dura y frГa, y vio detrГЎs de Г©l a los cientos de hombres de RГіmulo, todos vestidos con las mГЎs finas armaduras, puestos en fila en el barco, todos observando, esperando a ver quГ© serГa lo prГіximo que ella harГa. Todos preparados para atacar.
El comandante de RГіmulo estaba en el puerto con una docena de sus hombres, todos a la espera de sus Гіrdenes. Volusia sabГa que detrГЎs suyo habГa miles de sus propios hombres. El barco de RГіmulo, imponente como era, estaba en desventaja numГ©rica, sus hombres estaban rodeados aquГ en este puerto. Estaban atrapados. Este era el territorio de Volusia y lo sabГan. SabГan que cualquier ataque, cualquier escapada serГa inГєtil.
“Este ataque no quedarГЎ sin respuesta”, continuГі el comandante. “RГіmulo tiene un millГіn de hombres leales a su mandato ahora mismo en el Anillo. Tiene un millГіn de hombres leales a su mandato en el sur, en la capital del Imperio. Cuando tengan noticias de lo que ha hecho, se mobilizarГЎn y marcharГЎn sobre usted. Puede que haya matado al Gran RГіmulo, pero no ha matado a sus hombres. Y sus miles de hombres, aunque hoy nos ganan en nГєmero aquГ, no pueden hacer frente a sus millones de hombres. BuscarГЎn venganza. Y la venganza serГЎ suya”.
“¿Ah, s�” dijo Volusia, acercándose un paso más a él, sintiendo el filo en su mano, visualizando cómo le cortaba la garganta y sintiendo ya el deseo de hacerlo.
El comandante mirГі al filo que tenГa en su mano, el filo que habГa matado a RГіmulo y tragГі saliva, como si pudiera leerle el pensamiento. Ella podГa ver miedo verdadero en sus ojos.
“DГ©jenos marchar”, le dijo. “EnvГe a mis hombres de vuelta. No le han hecho ningГєn daГ±o. Denos un barco lleno de oro y comprarГЎ nuestro silencio. LlevarГ© a nuestros hombres a la capital y les diremos que usted es inocente. Que RГіmulo intentГі atacarla. La dejarГЎn tranquila, usted tendrГЎ paz aquГ en el norte y ellos encontrarГЎn un nuevo Comandante Supremo del Imperio”.
Volusia hizo una amplia sonrisa, divertida.
“¿Pero no tenéis ya delante de vuestros ojos a la nueva Comandante Suprema?” preguntó.
El comandante la mirГі peplejo y finalmente soltГі una risa burlona y corta.
“¿Usted? Dijo Г©l. “No es mГЎs que una chica con unos cuantos miles de hombres. Porque haya matado a un hombre, Вїrealmente cree que puede aniquilar a los millones de hombres de RГіmulo? SerГa una suerte poder escapar con vida despuГ©s de lo que ha hecho hoy. Le estoy ofreciendo un regalo. Acabemos con esta estГєpida conversaciГіn, acГ©ptelo con gratitud y mГЎndenos de vuelta, antes de que cambie de opiniГіn”.
“¿Y qué sucede si no deseo enviarlos de vuelta?”
El comandante la mirГі a los ojos y tragГі saliva.
“Puede matarnos aquГ”, dijo Г©l. “Eso lo decide usted. Pero si lo hace, lo Гєnico que conseguirГЎ es su propia muerte y la de su pueblo. El ejГ©rcito que vendrГЎ los aniquilará”.
“EstГЎ hablando en serio, mi comandante”, le susurrГі una voz al oГdo.
Se dio la vuelta y vio a Soku, el comandante que tenГa a su disposiciГіn, a su lado, un hombre de ojos verdes, mandГbula de guerrero y pelo rojo, corto y rizado.
“Mándelos hacia el sur”, dijo él. “Deles el oro. Ha matado a Rómulo. Ahora debe ofrecer una tregua. No nos queda otra elección”.
Volusia se girГі hacia el hombre de RГіmulo. Lo examinГі, tomГЎndose su tiempo, disfrutando del momento.
“Haré lo que me pides”, dijo ella, “y os enviaré a la capital”.
El comandante le sonriГі satisfecho y se dispuso a marcharse cuando Volusia dio un paso adelante y aГ±adiГі:
“Pero no para ocultar lo que he hecho”, dijo.
Г‰l se detuvo y la mirГі confundido.
“Os mandaré a la capital para hacerles llegar un mensaje: que sepan que yo soy la nueva Comandante Suprema del Imperio. Que si todos ellos se arrodillan ante mà ahora, pueden salvar sus vidas”.
El comandante la mirГі horrorizado y , lentamente, asintiГі con la cabeza y sonriГі.
“EstГЎ tan loca como se decГa que lo estaba su madre”, dijo, a continuaciГіn se dio la vuelta y empezГі a marchar hacia la larga rampa, hacia su barco. “Cargad el oro en los compartimentos inferiores”, gritГі sin ni siquiera molestarse en girarse a mirarla.
Volusia se dirigiГі a su comandante encargado de los arcos, el cual estaba aguardando pacientemente sus Гіrdenes, y le hizo un breve gesto con la cabeza.
El comandante inmediatamente se dio la vuelta y puso en acciГіn a sus hombres y, a continuaciГіn, se oyГі el sonido de diez mil flechas que se encendГan, apuntaban y eran disparadas.
Llenaron el cielo, volviГ©ndolo de color negro, dibujando un alto arco de llamas, mientras las flechas encendidas iban a parar al barco de RГіmulo. Todo sucediГі tan rГЎpido que ninguno de sus hombres pudo reaccionar y pronto todo el barco estaba en llamas, los hombres gritaban, su comandante el que mГЎs, mientras luchaban sin un sitio a dГіnde correr, intentando sofocar las llamas.
Pero no sirviГі de nada. Volusia hizo de nuevo una seГ±al con la cabeza y una descarga tras otra de flechas surcaron el aire, cubriendo el barco ardiente. Los hombres chillaban al ser acribillados, algunos tropezaban en cubierta, otros caГan por la borda. Fue una matanza, sin supervivientes.
Volusia estaba allГ de pie y sonreГa con malicia, observando satisfecha cГіmo el barco poco a poco se iba quemando de abajo hasta el mГЎstil. Pronto, no quedaba nada mГЎs que los restos ennegrecidos y ardientes de un barco.
Todo quedГі en silencio cuando los hombres de Volusia se detuvieron, formados en fila, todos mirГЎndola, aguardando con paciencia sus Гіrdenes.
Volusia dio unos pasos adelante, desenvainГі su espada y cortГі la gruesa cuerda que sujetaba el barco al puerto. Esta se cortГі, liberando al barco de la orilla y Volusia levantГі una de sus botas chapadas de oro, lo colocГі en la proa y empujГі.
Volusia observaba como el barco se empezaba a mover, cogiendo las corrientes, las corrientes que ella sabГa que lo llevarГan al sur, justo al corazГіn de la capital. Todos verГan el barco quemado, verГan los cadГЎveres de RГіmulo, verГan las flechas de Volusia y sabrГan que provenГan de ella. SabrГan que la guerra habГa empezado.
Volusia se dirigiГі a Soku, que estaba detrГЎs de ella boquiabierto, y le sonriГі.
“AsГ”, dijo ella, “es cГіmo yo ofrezco paz”.
CAPГЌTULO CUATRO
Gwendolyn se arrodillГі en la proa de cubierta, agarrada a la barandilla, sus nudillos estaban blancos mientras ella reunГa la fuerza suficiente para inclinarse y ver el horizonte. Todo su cuerpo temblaba, debilitado por el hambre y, mientras observaba, se sentГa aturdida, mareada. Se puso de pie, reuniendo cГіmo pudo la fuerza necesaria y mirГі maravillada la vista que habГa delante de ella.
Gwendolyn mirГі con dificultad a travГ©s de la neblina y se preguntaba si aquello era real o solo un espejismo.
AllГ, en el horizonte, se extendГa una interminable orilla, en la mitad habГa un concurrido centro con un imponente puerto, dos enormes pilares de oro brillante enmarcando la ciudad que tenГan detrГЎs, alzГЎndose al cielo. Los pilares y la ciudad se teГ±Гan de un verde amarillento mientras el sol se movГa. Las nubes se movГan rГЎpidamente aquГ, observГі Gwen. No sabГa si esto se debГa a que el cielo era diferente en esta parte del mundo o al ir y venir de su conciencia.
En el puerto de la ciudad se encontraban un millar de orgullosos barcos, todos con los mГЎstiles mГЎs altos que jamГЎs habГa visto, todos chapados de oro. Era la ciudad mГЎs prГіspera que jamГЎs habГa visto, construida justo en la orilla y extendiГ©ndose al mГЎs allГЎ, el ocГ©ano iba a romper en su vasta metrГіpolis. HacГa que la Corte del Rey pareciera un pueblecito. Gwen no sabГa cuГЎntos edificios podГa haber en un sitio. Se preguntaba quГ© tipo de gente vivГa allГ. Debe ser una gran naciГіn, pensГі. La naciГіn del Imperio.
Gwen sintiГі un repentino agujero en el estГіmago al darse cuenta que las corrientes los estaban estirando hacia allГ; pronto serГan engullidos hacia aquel vasto puerto, rodeados por todos aquellos barcos y tomados prisioneros, si no los mataban. Gwen pensaba en lo cruel que habГa sido AndrГіnico, lo cruel que habГa sido RГіmulo y sabГa que era la manera de actuar del Imperio; quizГЎs hubiera sido mejor, pensГі ella, haber muerto en el mar.
Gwen oyГі el ruido de pisadas en cubierta, mirГі y vio a Sandara, dГ©bil por el hambre pero teniГ©ndose de pie, orgullosa, en la barandilla y sujetando una gran reliquia de oro, en forma de los cuernos de un toro e inclinГЎndola para que le diera el sol. Gwen observaba cГіmo la luz la alcanzaba, una y otra vez, y cГіmo se encendГa proyectando una seГ±al inusual hacia la lejana orilla. Sandara no la dirigГa a la ciudad, sino bastante al norte, hacia lo que parecГa ser un aГslado bosquecillo en la costa.
Cuando los ojos de Gwen, muy pesados, empezaban a cerrarse, su conciencia yendo y viniendo, y ella empezГі a sentir que se desplomaba en cubierta, por su mente pasaban imГЎgenes rГЎpidamente. Ya no estaba segura de quГ© era real y quГ© era su conciencia afectada por el hambre. Gwen veГa canoas, docenas de ellas, saliendo del dosel que formaba la densa jungla y dirigiГ©ndose, por el ondulado mar, hacia su barco. Los vislumbrГі mientras se acercaban y se sorprendiГі al ver que no era la raza del Imperio, no eran los enormes guerreros con cuernos y la piel roja, sino una raza bastante diferente. Vio orgullosos hombres y mujeres musculosos, con la piel color chocolate y los ojos amarillos y brillantes, de rostro inteligente y compasivo, todos remando para recibirla. Gwen vio que Sandara los miraba y los reconocГa y entendiГі que se trataba del pueblo de Sandara.
Gwen oyГі un descomunal ruido vacГo en el barco y vio ganchos agarrГЎndose a cubierta, cuerdas que se arrojaban, bloqueando el barco. SintiГі cГіmo el barco cambiaba de direcciГіn, mirГі hacia abajo y vio que la flota de kayaks estaba remolcando su barco, guiГЎndolo hacia las corrientes en direcciГіn contraria a la ciudad del Imperio. Gwen poco a poco entendiГі que el pueblo de Sandara estaba viniendo a ayudarles. Para guiar su barco hacia otro puerto, lejos del puerto del Imperio.
Gwen sintiГі que su barco giraba bruscamente hacia el norte, hacia el denso dosel, hacia un pequeГ±o puerto escondido. CerrГі los ojos, aliviada.
Pronto Gwen abriГі los ojos y se encontrГі a sГ misma de pie, recostada en la barandilla, observando cГіmo su barco era remolcado. Abrumada por el cansancio, Gwendolyn notaba que se estaba inclinando demasiado, perdiendo el equilibrio y resbalando; sus ojos se abrieron totalmente por el pГЎnico y se dio cuenta de que estaba a punto de caer por la borda. Gwen se agarrГі fuerte a la barandilla, pero era demasiado tarde, su impulso ya la estaba llevando al borde.
El corazГіn de Gwen palpitaba fuerte por el pГЎnico; no podГa creer que despuГ©s de todo lo que habГa pasado iba a morir de ese modo, hundiГ©ndose silenciosamente en el mar cuando ya estaban tan cerca de tierra.
Mientras sentГa que caГa, Gwen oyГі un repentido gruГ±ido y, de golpe, sintiГі que unos dientes mordГan con fuerza su camisa por detrГЎs y oyГі un quejido mientras notaba que la estiraban hacia atrГЎs por la camisa, retirГЎndola del abismo y finalmente la devolvГan a cubierta. Fue a parar a la cubierta de madera con un gran ruido, de espaldas, sana y salva.
MirГі hacia arriba y vio que Krohn estaba allГ con ella y su corazГіn se llenГі de alegrГa. Krohn estaba vivo, vio llena de alegrГa. ParecГa mucho mГЎs delgado que la Гєltima vez que lo habГa visto, demacrado, y se dio cuenta de que le habГa perdido la pista durante todo el caos. La Гєltima vez que lo habГa visto fue cuando ella habГa ido bajo cubierta en una tormenta especialmente mala. Ahora entendГa que se debГa haber escondido en algГєn sitio bajo cubierta, pasando hambre para que los demГЎs pudieran comer. AsГ era Krohn. Siempre tan desinteresado. Y ahora que se estaban aproximando a tierra otra vez, reaparecГa de nuevo.
Krohn gemГa y le lamГa la cara y Gwen lo abrazaba con las Гєltimas fuerzas que le quedaban. Estaba tumbada en el suelo, Krohn a su lado, gimiendo, recostando la cabeza en su pecho, arrimГЎndose a ella como si no hubiera otro sitio en el mundo.
*
Gwendolyn sintiГі un lГquido, dulce y frГo, goteando en sus labios, en su lengua, por sus mejillas y su cuello. AbriГі la boca y bebiГі ansiosamente. Mientras lo hacГa, la sensaciГіn la despertГі de sus sueГ±os.
Gwen abriГі los ojos, bebiendo vorazmente, estaba rodeada de caras desconocidas mientras bebГa y bebГa hasta toser.
Alguien la levantГі, ella se sentГі, tosiendo de forma incontrolable y alguien le dio palmaditas en la espalda.
“Shhhh”, dijo una voz. “Beba poco a poco”.
Era una voz amable, la voz de un curandero. Gwen lo mirГі y vio a un hombre mayor con la cara arrugada, todo su rostro se llenaba de arrugas cuando sonreГa.
Gwen vio docenas de caras desconocidas, la gente de Sandara, mirГЎndola fijamente con calma, examinГЎndola como si fuera una cosa extraГ±a. Gwendolyn, vencida por la sed y el hambre, tendiГі la mano y, como una loca, agarrГі el saco de lo que fuera y vertiГі el lГquido en su boca, bebiendo y bebiendo, mordiendo la punta como si no fuera a beber jamГЎs.
“Poco a poco ahora”, dijo la voz del hombre. “O le sentará mal”.
Gwen echГі un vistazo y vio a docenas de guerreros, el pueblo de Sandara, ocupando su barco. Vio a su propia gente, los supervivientes del Anillo, recostados, arrodillados o sentados, cada uno de ellos ayudados por alquien del pueblo de Sandara, proporcionando a cada uno un saco para beber. Todos estaban volviendo de su lГmite. Entre ellos vio a Illepra, sujetando a la bebГ© que Gwen habГa rescatado en las Islas Superiores y dГЎndole de comer. Gwen se sintiГі aliviada al oГr los lloros de la bebГ©; se la habГa pasado a Illepra cuando se sintiГі demasiado dГ©bil para sujetarla y verla viva hacГa a Gwen pensar en Guwayne. Gwen estaba decidida a que esta bebГ© viviera.
Gwen se sentГa mГЎs restablecida con cada momento que pasaba, se sentГі y bebiГі mГЎs de aquel lГquido, preguntГЎndose quГ© habГa dentro, su corazГіn lleno de gratitud hacia aquella gente. Les habГan salvado a todos la vida.
Al lado de Gwen se oyГі un gemido, mirГі hacia abajo y vio a Krohn, todavГa allГ tumbado, con la cabeza en su regazo; se agachГі y le dio de beber del saco y Г©l lo lamiГі agradecido. Ella le acariciГі la cabeza cariГ±osamente; le debГa la vida, otra vez. Y verlo le hacГa pensar en Thor.
Gwen mirГі hacia arriba a toda la gente de Sandara, sin saber cГіmo darles las gracias.
“Nos habéis salvado”, dijo. “Os debemos nuestras vidas”.
Gwen se girГі y vio a Sandara acercГЎndose y arrodillГЎndose a su lado y Sandara asintiГі con la cabeza.
“Mi pueblo no cree en deudas”, dijo ella. “Creen que es un honor salvar a alguien que está en peligro”.
La multitud abriГі camino y Gwen vio acercarse a un hombre austero, que parecГa ser su lГder, de unos cincuenta aГ±os, con la mandГbula rГgida y los labios finos. Г‰l se puso de cuclillas delante de ella, llevaba un gran collar de color turquesa, hecho de conchas que destelleaban con la luz e hizo una reverencia con la cabeza, sus ojos amarillos llenos de compasiГіn mientras la examinaba.
“Me llamo Bokbu”, dijo, con voz profunda y autoritaria. “Respondimos a la llamada de Sandara porque es una de las nuestras. Os hemos acogido arriesgando nuestras vidas. Si el Imperio nos viera aquГ, ahora, con vosotros, nos matarГa a todos”.
Bokbu se puso de pie, con las manos en la cadera y Gwen lentamente se puso de pie, ayudada por Sandara y su curandero y lo mirГі a la cara. Bokbu suspirГі mientras miraba alrededor a toda la gente, al lamentable estado en el que estaba su barco.
“Ahora están mejor, ahora deben marchar”, dijo una voz.
Gwen se dio la vuelta y vio a un guerrero musculoso sosteniendo una lanza, descamisado, como los demГЎs, acercГЎndose al lado de Bokbu, mirГЎndolo con frialdad.
“EnvГe a esos extraГ±os de vuelta al mar”, aГ±adiГі. “¿Por quГ© derramaremos sangre por ellos?”
“Yo soy de tu sangre”, dijo Sandara, dando un paso hacia delante y mirando severamente al guerrero.
“Y por eso no debГas haber traГdo nunca a esta gente aquГ, poniГ©ndonos a todos en peligro”, contestГі Г©l bruscamente.
“Tú traes la desgracia a nuestra nación”, dijo Sandara. “¿Has olvidado las leyes de la hospitalidad?”
“Haberlos traГdo tГє aquГ es la desgracia”, replicГі Г©l.
Bokbu alzГі sus manos a ambos lados y ellos se callaron.
Bokbu estaba allГ, sin expresiГіn, y parecГa estar pensando. Gwendolyn estaba de pie, observГЎndolo todo y se dio cuenta de la precaria situaciГіn en la que estaban. SabГa que volver al mar, significarГa la muerte instantГЎnea; aunque no querГa poner en peligro a aquella gente que la habГan ayudado.
“No querГamos haceros ningГєn daГ±o”, dijo Gwen, dirigiГ©ndose a Bokbu. “No deseo poneros en peligro. Podemos embarcar ahora”.
Bokbu negГі con la cabeza.
“No”, dijo. A continuaciГіn mirГі a Gwen, estudiГЎndola con lo que parecГa ser admiraciГіn. “¿Por quГ© trajiste a tu pueblo aquГ?” preguntГі.
Gwen suspirГі.
“Huimos de un gran ejército”, dijo ella. “Destruyeron nuestra tierra. Vinimos aquà en busca de un nuevo hogar”.
“Habéis venido al sitio equivocado”, dijo el guerrero. “Este no será vuestro hogar”.
“¡Silencio!” le dijo Bokbu, dirigiéndole una mirada dura y, finalmente, el guerrero se quedó callado.
Bokbu se girГі a mirar a Gwendolyn, clavГЎndole la mirada.
“Es una mujer orgullosa y noble”, dijo. “Veo que es una lГder. Ha guiado bien a su pueblo. Si los devuelvo al mar, seguro que morirГЎn. QuizГЎs no hoy, pero con toda seguridad en unos dГas”.
Gwendoly lo mirГі inflexible.
“En ese caso moriremos”, respondió. “No dejaré que su gente muera para que nosotros vivamos”.
Lo mirГі decidida, sin expresiГіn, envalentonada por su nobleza y orgullo. Ella vio que Bokbu la estudiaba con un nuevo respeto. Un tenso silencio llenaba el aire.
“Veo que dentro de usted corre la sangre de un guerrero”, dijo. “Se quedarán con nosotros. Su pueblo se recuperará aquà hasta que estén fuertes y bien. Sin importar cuántas lunas tarden”.
“Pero mi jefe…” empezó el guerrero.
Bokbu se dio la vuelta y le lanzГі una dura mirada.
“Mi decisión está tomada”.
“¡Y su barco!” protestó. “Si se queda aquà en nuestro puerto el Imperio lo verá. ¡Todos moriremos antes de que la luna mengüe!”
El jefe mirГі al mГЎstil, y despuГ©s al barco, entendiГ©ndolo todo. Gwen mirГі alrededor estudiando el paisaje y vio que los habГan remolcado hasta las profundidades de un puerto escondido, rodeado por un denso dosel. Se girГі y vio detrГЎs de ellos el mar abierto y supo que el hombre tenГa razГіn.
El jefe la mirГі y asintiГі.
“¿Quiere salvar a su gente?” preguntó.
Gwen asintiГі con firmeza.
“SГ”.
Г‰l asintiГі en respuesta.
“Los lГderes debemos tomar decisiones difГciles”, dijo. “Ahora le toca a usted. Quieren quedaros con nosotros, pero su barco nos matarГЎ a todos. Invitamos a desembarcar a su pueblo, pero el barco no se puede quedar. TendrГЎn que quemarlo. Entonces los acogeremos”.
Gwendolyn estaba allГ, de cara al jefe y su corazГіn se encogГa con el pensamiento. MirГі a su barco, el barco que los habГa llevado a travГ©s del mar, habГa salvado a su gente por medio mundo y su corazГіn se encogГa. Su mente daba vueltas a sentimientos contradictorios. Este barco era su Гєnica salida.
Pero, una vez mГЎs, Вїla salida a dГіnde? ВїDe vuelta al interminable mar de la muerte? Su gente apenas podГan caminar; necesitaban recuperarse. Necesitaban refugio, puerto y albergue. Y si quemar este barco era el precio por la vida, que asГ fuera. Si decidieran dirigirse de vuelta al mar, entonces encontrarГan otro barco, o construirГan otro barco, harГan lo que fuera conveniente. Por ahora, tenГan que vivir. Esto era lo mГЎs importante.
Gwendolyn lo mirГі y asintiГі solemnemente.
“Que asà sea”, dijo.
Bokbu asintiГі tambiГ©n con una mirada de gran respeto. Entonces se girГі y gritГі una orden y a su alrededor todos sus hombres se pusieron en acciГіn. Se dispersaron por todo el barco, ayudando a todos los miembros del Anillo, poniГ©ndolos de pie de uno en uno, guiГЎndolos por la pasarela a la orilla arenosa de abajo. Gwen observaba a Godfrey, Kendrick, Brandt, Atme, Aberthol, Illepra, Sandara y todas las personas que mГЎs querГa del mundo pasar por delante de ella.
Estuvo allГ esperando hasta que la Гєltima persona abandonГі el barco, hasta ser la Гєltima persona que allГ quedaba, solo ella, Krohn a sus pies y a su lado, en silencio, el jefe.
Bokbu sostenГa una antorcha en llamas, que le habГa pasado uno de sus hombres. Se disponГa a tocar el barco con ella.
“No”, dijo Gwen, agarrándole la muñeca.
Г‰l la mirГі sorprendido.
“Un lГder debe destruir lo que es suyo”, dijo ella.
Gwen cogiГі la pesada antorcha ardiente con cautela de su mano, entonces se dio la vuelta, secГЎndose una lГЎgrima y apoyГі la antorcha en la tela de la vela que estaba recogida en cubierta.
GwenВ permaneciГі allГ obsevando cГіmo las llamas prendГan, extendiГ©ndose mГЎs y mГЎs rГЎpido, a lo largo de todo el barco.
TirГі la antorcha, la temperatura subГa muy rГЎpido y se dio la vuelta, Krohn y Bokbu le siguieron y bajaron por la pasarela, en direcciГіn a la playa, a su nuevo hogar, al Гєltimo lugar que les quedaba en el mundo.
Mientras miraba alrededor a la extraГ±a jungla, oyendo los extraГ±os chillidos de pГЎjaros y animales que no reconocГa, Gwen solo se preguntaba:
ВїPodГan construir un nuevo hogar aquГ?
CAPГЌTULO CINCO
Alistair se arrodillГі en la piedra, sus rodillas temblaban por el frГo y observaba cГіmo la primera luz del primer sol del amanecer trepaba por encima de las Islas del Sur, iluminando las montaГ±as y los valles con un suave brillo. Sus manos temblaban, enmanilladas a los cepos de madera mientras se arrodillaba, sobre sus manos y rodillas, reposando el cuello en el sitio donde tantos cuellos habГan estado antes que el suyo. Al mirar hacia abajo vio las manchas de sangre encima de la madera, vio los cortes en el cedro donde los filos habГan ido a parar antes. Pudo percibir la trГЎgica energГa de aquella madera cuando su cuello la tocГі, los Гєltimos momentos, las emociones finales, de todos los caГdos que habГan estado allГ antes. Su corazГіn estaba profundamente triste.
Alistair mirГі hacia arriba con orgullo y observГі su Гєltimo sol, observaba el amanecer de un nuevo dГa, con el sentimiento surreal de que ya no vivirГa para volver a observarlo. Esta vez lo apreciГі mГЎs de lo que nunca lo habГa hecho. Mientras observaba en esta fresca maГ±ana, con una suave brisa agitГЎndose, las Islas del Sur se veГan mГЎs hermosas que nunca, el sitio mГЎs hermoso que jamГЎs habГa visto, ГЎrboles floreciendo en explosiones de naranjas y rojos y rosas y lilas mientras sus frutos colgaban en abundancia en este generoso lugar. Lilas pГЎjaros maГ±aneros y abejas naranjas ya estaban zumbeando en el aire, la suave fragancia de las flores flotaba hacia ella. La neblina brillaba a la luz, dГЎndole a todo un toque mГЎgico. Nunca habГa sentido tal apego a un sitio; ella sabГa que era una tierra en la que hubiera vivido por siempre feliz.
Alistair escuchГі las pisadas de unas botas en la piedra y, al echar una mirada, vio que Bowyer se estaba acercando, deteniГ©ndose a su lado, rayendo la piedra con sus descomunales botas. Sujetaba una enorme doble hacha en su mano, muy cerca a su lado, y la mirГі frunciendo el ceГ±o.
MГЎs allГЎ de Г©l, Alistair veГa centenares de habitantes de las Islas del Sur, todos en fila, todos ellos leales a Г©l, dispuestos en un enorme cГrculo alrededor de ella en la ancha plaza de piedra. Todos ellos estaban a casi veinte metros de ella, dejando un ancho espacio solo para ella y Bowyer. Nadie querГa estar demasiado cerca cuando la sangre salpicara.
Bowyer sostenГa el hacha con los dedos inquietos, claramente ansioso por terminar con el asunto. PodГa ver en sus ojos lo desesperado que estaba por convertirse en Rey.
Alistair sentГa satisfacciГіn por lo menos en una cosa: por muy injusto que fuera, su sacrificio permitirГa que Erec pudiera ivir. Esto significaba mГЎs para ella que su propia vida.
Bowyer hizo un paso hacia adelante, se inclinГі cerca de ella y le susurrГі, tan bajo que nadie mГЎs pudo oГr:
“Ten la seguridad de que el golpe que te matará será limpio”, dijo, con su aliento rancio en el cuello de ella. “Y el de Erec también”.
Alistair lo mirГі alarmada y confusa.
Г‰l le sonriГі, una pequeГ±a sonrisa reservada solo para ella, nadie mГЎs la pudo ver.
“AsГ es”, susurrГі Г©l. “Puede que no suceda hoy; puede que no suceda durante muchas lunas. Pero un dГa, cuando menos se lo espere, tu marido encontrarГЎ mi cuchillo en su espalda. Quiero que lo sepas, antes de que te mande al infierno”.
Bowyer dio dos pasos atrГЎs, apretГі fuerte sus manos en el mango del hacha e hizo crujir su cuello, preparГЎndose para dar el golpe.
El corazГіn de Alistair palpitaba con fuerza mientras estaba allГ arrodillada y se daba cuenta de la profunda maldad que habГa en este hombre. No solo era ambicioso, sino tambiГ©n un cobarde y un embustero.
“¡Liberadla!” suplicó de repente una voz, rompiendo la tranquilidad de la mañana.
Alistair se girГі como pudo y vio el caos mientras dos figuras aparecieron de repente de entre la multitud, hacia el lГmite del claro, hasta que las rechonchas manos de los guardas de Bowyer las frenaron. Alistair se sintiГі sorprendida y agradecida al ver a la madre y hermana de Erec allГ de pie, con miradas furiosas en sus rostros.
“¡Ella es inocente!” gritó la madre de Erec. “¡No puedes matarla!”
“¿MatarГas a una mujer?” chillГі Dauphine. “Es extranjera. DГ©jala ir. EnvГala de vuelta a su tierra. No es necesario meterla en nuestros asuntos”.
Bowyer se dirigiГі a ellas y exclamГі:
“Es una extranjera que pretendГa ser nuestra Reina. Asesinar a nuestro antiguo Rey”.
“¡Eres un embustero!” gritó la madre de Erec. “¡No bebiste de la fuente de la verdad!”
Bowyer examinГі las caras de la multitud.
“¿Hay alguien que ose desafiar mi afirmación?” exclamó, dándose la vuelta, mirando a todos, desafiante.
Alistair mirГі a su alrededor, esperanzada; pero uno a uno, todos los hombres, todos ellos valientes guerreros, la mayorГa de la tribu de Bowyer, miraron hacia abajo, ninguno de ellos deseoso de retarlo en combate.
“Soy vuestro campeГіn” gritГі con fuerza Bowyer. “DerrotГ© a todos los contrincantes el dГa del torneo. No existe nadie que pueda vencerme. Nadie. Si existe, le desafГo a dar un paso adelante”.
“¡Nadie, salvo Erec!” exclamó Dauphine.
Bowyer se girГі y la mirГі frunciendo el ceГ±o.
“¿Y dónde está él ahora? Está muriendo. Nosotros los habitantes de las Islas del Sur no tendremos a un lisiado como Rey. Yo soy vuestro Rey. Yo soy vuestro siguiente mejor campeón. Por las leyes de esta tierra. Como el padre de mi padre fue Rey antes que el padre de Erec”.
La madre de Erec y Dauphine seabalanzaron sobre Г©l para pararle; pero sus hombres las agarraron y las echaron hacia atrГЎs, reteniГ©ndolas. Alistair vio al hermano de Erec, Strom, detrГЎs de ellas, con las muГ±ecas atadas detrГЎs de la espalda; tambiГ©n luchaba, pero no podГa liberarse.
“¡Pagarás por esto, Bowyer!” exclamó Strom.
Pero Bowyer no le hizo caso. En su lugar, se girГі hacia Alistair y ella vio en sus ojos que estaba decidido a actuar. Su momento habГa llegado.
“El tiempo es peligroso cuando el engaño está de tu lado”, le dijo Alistair.
Г‰l frunciГі el ceГ±o, estaba claro que aquello le habГa dolido.
“Y éstas serán tus últimas palabras”, dijo él.
Bowyer de repente alzГі el hacha, levantГЎndola por encima de su cabeza.
Alistair cerrГі los ojos, sabiendo que, en tan solo un momento, se irГa de este mundo.
Con los ojos cerrados, Alistair sentГa que el tiempo se ralentizaba. Por delante de ella pasaban imГЎgenes rГЎpidas. Vio la primera vez que conociГі a Erec, en el Anillo, en el castillo del Duque, cuando ella era una chica del servicio y se habГa enamorado de Г©l a primera vista. SentГa su amor por Г©l, un amor que aГєn sentГa hoy en dГa, ardiendo dentro de ella. VeГa a su hermano, Thorgrin, veГa su rostro y, por alguna razГіn, no lo veГa en el Anillo, en la Corte del Rey, sino en una tierra distante, en un ocГ©ano distante, exiliado del Anillo. Por encima de todo, vio a su madre. La vio de pie en el filo de un acantilado, delante de su castillo, por encima de un ocГ©ano, delante de una pasarela celestial. La vio extendiendo sus brazos y sonriГ©ndole con dulzura.
“Hija mГa”, dijo.
“Madre”, dijo Alistair, “Vendré a reunirme contigo”.
Pero, para su sorpresa, su madre negГі lentamente con la cabeza.
“Ahora no es tu momento”, dijo ella. “Tu destino en esta tierra todavГa no estГЎ completo. TodavГa tienes un gran destino delante tuyo”.
“¿Pero cómo, Madre?” preguntó. “¿Cómo puedo sobrevivir?”
“TГє eres mГЎs grande que esta tierra”, respondiГі su madre. “Este filo, este metal de muerte, es de esta tierra. Tus grilletes son de esta tierra. Son limitaciones terrenales. Solo son limitaciones si tГє crees en ellas, si permites que tengan autoridad sobre ti. TГє eres espГritu, luz y energГa. AquГ reside tu verdadero poder. TГє estГЎs por encima de todo esto. Te estГЎs dejando retener por fuerzas fГsicas. Tu problema no es de fuerza, es de fe. Fe en ti misma. ВїCГіmo de fuerte es tu fe?”
Mientras Alistair estaba allГЎ arrodillada, temblando, con los ojos cerrados, la pregunta de su madre resonaba dentro de su cabeza.
ВїCГіmo de fuerte es tu fe?
Alistair se dejГі ir, se olvidГі de sus grilletes y se puso en manos de su fe. EmpezГі a desprenderse de su fe en las fuerzas fГsicas de este planeta y, en su lugar, cambiГі su fe al poder supremo, el Гєnico poder supremo sobre cualquier otra cosa en el mundo. Ella sabГa que un poder habГa creado este mundo. Un poder habГa creado todo esto. Este era el poder al lado del que debГa ponerse.
Mientras lo hacГa, todo dentro de una fracciГіn de segundo, Alistair sintiГі un repentino calor que recorrГa su cuerpo. Se sentГa ardiendo, invencible, mГЎs grande que todo. SentГa cГіmo unas llamas emanaban de sus manos, sentГa como un zumbido y un enjambre en su mente y sentГa un gran calor que crecГa en su frente, entre sus ojos. Se sentГa mГЎs fuerte que todo, mГЎs fuerte que sus grilletes, mГЎs fuerte que todas las cosas materiales.
Alistair abriГі los ojos y, cuando el tiempo volviГі a acelerarse, mirГі hacia arriba y vio a Bowyer acercГЎndose con el hacha y el ceГ±o fruncido.
En un movimiento, Alistair se girГі y levantГі los brazos y, al hacerlo, esta vez sus grilletes se quebraron como si fueran ramitas. En el mismo movimiento, rГЎpida como el rayo, se puso de pie, levantГі una mano hacia Bowyer y mientras el hacha descendГa sucediГі la cosa mГЎs increГble: el hacha se disolviГі. Se convirtiГі en cenizas y polvo y cayГі en un montoncito a sus pies.
Bowyer se balanceГі, con las manos vacГas y tropezГі, cayendo de rodillas.
Alistair dio vueltas y sus ojos se fijaron en una espada al otro lado del claro, en el cinturГіn de un soldado. Con su otra mano le ordenГі que viniera hacia ella; al hacerlo, se levantГі de su empuГ±adura y volГі por los aires, justo hasta la mano que tenГa extendida.
Con un Гєnico movimiento, Alistair la agarrГі, dio vueltas, la alzГі hacia arriba y la dirigiГі hacia abajo, hacia el cuello de Bowyer, que estaba al descubierto.
La multitud se quedГі perpleja, boquiabierta, al escuchar el sonido de metal cortando la carne y Bowyer, decapitado, se derrumbГіen el suelo, sin vida.
AllГ estaba, muerto, en el lugar exacto donde, solo unos momentos antes, habГa querido matar a Alistair.
Se oyГі un grito de entre la multitud y Alistair dio un vistazo y vio cГіmo Dauphine se soltaba de las garras del soldado, agarraba la daga del cinturГіn del soldado y le cortaba el cuello. En el mismo movimiento, dio vueltas sobre sГ misma y cortГі las cuerdad de Strom. Inmediatamente Strom se hizo hacia atrГЎs, agarrГі una espada de la cintura de un soldado, girГі y, a cuchillazos, matГі a tres de los hombres de Bowyer antes de que pudieran reaccionar.
Con Bowyer muerto, hubo un momento de duda, pues estaba claro que la multitud no sabГa quГ© hacer a continuaciГіn. De entre la multitud surgieron gritos, ya que su muerte claramente envalentonaba a aquellos que se habГan aliado con Г©l a regaГ±adientes. Estaban reconsiderando su alianza, especialmente cuando docenas de los hombres leales a Erec rompieron filas y se pusieron del lado de Strom, luchando con Г©l, mano a mano, contra aquellos leales a Bowyer.
El Гmpetu rГЎpidamente cambiГі a favor de los hombres de Erec, mientras hombre a hombre, fila a fila, se formaban alianzas; los hombres de Bowyer, cogidos desprevenidos, se dieron la vuelta y huyeron a travГ©s de la explanada hacia la rocosa ladera de la montaГ±a. Strom y sus hombres los perseguГan de cerca.
Alistair seguГa allГ, espada en mano, y observaba cГіmo empezaba una gran batalla, a lo largo y ancho del campo, los gritos y los cuernos resonaban mientras toda la isla parecГa manifestarse, desparramarse en una guerra por ambos lados. El sonido del estruendo de las armaduras, de los gritos de muerte de los hombres llenaban la maГ±ana y Alistair sabГa que habГa estallado una guerra civil.
Alistair mantenГa la espada en alto, el sol brillaba encima de ella, y sabГa que la gracia de Dios la habГa salvado. Se sintiГі renacer, mГЎs poderosa de lo que nunca se habГa sentido y sentГa que su destino la llamaba. Estaba rebosante de optimismo. SabГa que matarГan a los hombres de Bowyer. La justicia prevalecerГa. Erec se levantarГa. Se casarГan. Y pronto serГa la Reina de las Islas del Sur.
CAPГЌTULO SEIS
Darius corrГa por el sendero de barro que sale de su pueblo, siguiendo las pisadas hacia Volusia, con la decisiГіn en su corazГіn de salvar a Loti y matar a los hombres que se la habГan llevado. CorrГa con una espada en su mano-una espada de verdad, hecha con metal de verdad – era la primera vez que empuГ±aba metal de verdad en su vida. SabГa que solo esto bastarГa para que lo mataran a Г©l y a todo su pueblo. El acero era tabГє – incluso su padre y el padre de su padre temieron poseerlo -y Darius sabГa que habГa cruzado una lГnea en la que no habГa retorno.
Pero a Darius ya no le importaba. Ya habГa habido demasiada injusticia en su vida. Con Loti desaparecida, lo Гєnico que le preocupaba era recuperarla. Apenas habГa tenido la oportunidad de conocerla pero, paradГіjicamente, sentГa que ella era toda su vida. Una cosa era que lo tomaran a Г©l como esclavo; pero llevГЎrsela a ella era demasiado. No podГa dejar que se fuera y considerarse a sГ mismo un hombre. Era un chico, lo sabГa, pero aГєn asГ se estaba convirtiendo en un hombre. Y eran estas decisiones, se dio cuenta, estas difГciles decisiones que nadie mГЎs querГa tomar, las que convirtien a uno en un hombre.
Darius emprendiГі el camino solo, el sudor le nublaba la vista, respiraba con dificultad, un hombre dispuesto a encararse a un ejГ©rcito, a una ciudad. No habГa ninguna alternativa. Necesitaba encontrar a Loti y traerla de vuelta, o morir en el intento. SabГa que si fracasaba – o aГєn si salГa victorioso – esto traerГa la venganza a toda la aldea, a su familia, a todo su pueblo. Si se paraba a pensar en esto, puede que incluso hubiera dado la vuelta.
Pero lo movГa algo mГЎs fuerte que su propia preservaciГіn o la preservaciГіn de su familia y su pueblo. Lo movГa un deseo de justicia. De libertad. Un deseo de deshacerse de su opresor y ser libre, aunque solo fuera por un instante en su vida. Si no era por Г©l, serГa por Loti. Por su libertad.
A Darius le movГa la pasiГіn, no el pensamiento lГіgico. El amor de su vida estaba allГ y Г©l ya habГa sufrido muchas veces a manos del Imperio. Fueran cuГЎles fueran las consecuencias, ya no le preocupaba. Necesitaba enseГ±arles que habГa un hombre entre su gente, incluso aunque fuera solo un hombre, incluso solo un chico, que no sufrirГa su trato.
Darius corrГa y corrГa, dando vueltas por los caminos serpenteantes de aquellos campos conocidos y hacia las afueras del territorio de Volusia. SabГa que el mero hecho que lo encontraran allГ, tan cerca de Volusia, le valdrГa la muerte. SiguiГі las pistas, doblando su velocidad, viendo que las huellas de los zertas estaban cerca las unas de las otras, y sabiendo que se estaban moviendo lentamente. Si iba suficientemente rГЎpido, los alcanzarГa.
Darius rodeГі una colina, respirando con dificultad, y finalmente, en la distancia, divisГі lo que estaba buscando: allГ, quizГЎs a menos de cien metros, estaba Loti, encadenada por el cuello con unos gruesos grilletes de hierro, de los que salГa una larga cadena, de casi veinte metros, hasta el arnГ©s en la espalda de un zerta. Encima del zerta cabalgaba el capataz del Imperio, el que se la habГa llevado, de espaldas a ella, y a su lado, caminando junto a ellos, dos soldados mГЎs del Imperio, llevando gruesas armaduras negras y doradas del Imperio, que brillaban al sol. HacГan casi dos veces el tamaГ±o de Darius, guerreros formidables, hombres con las armas mГЎs finas, y un zerta a sus Гіrdenes. Darius sabГa que serГa necesaria una multitud de esclavos para vencer a estos hombres.
Pero Darius no permitГa que el miedo se interpusiera en su camino. Lo Гєnico que lo llevaba era la fuerza de su espГritu y su feroz decisiГіn y sabГa que debГa encontrar la manera en que esto fuera suficiente.
Darius corrГa y corrГa, acercГЎndose por detrГЎs a la desprevenida caravana y pronto los alcanzГі, corriГі hacia Loti por detrГЎs, levantГі su espalda en alto, mientras ella lo miraba con una expresiГіn de perplejidad, y cortГі la cadena que la unГa al zerta.
Loti chillГі y saltГі hacia atrГЎs, sorprendida, mientras Darius cortaba sus cadenas, liberГЎndola, el caracterГstico sonido del metal cortando el aire. Loti estaba allГ, libre, con los grilletes todavГa alrededor del cuello, la cadena colgaba en su pecho.
Darius se dio la vuelta y vio la misma mirada de sorpresa en el rostro del capataz del Imperio, mirando hacia abajo desde su asiento en el zerta. Los soldados que iban a pie a su lado se detuvieron tambiГ©n, todos ellos aturdidos al ver a Darius.
Darius estaba allГ, con los brazos temblorosos, sosteniendo la espada de acero delante de Г©l y decidido a no mostrar miedo mientras estuviera entre ellos y Loti.
“Ella no te pertenece”, exclamó Darius con voz temblorosa. “Es una mujer libre. ¡Todos nosotros somos libres!”
Los soldados miraron hacia el capataz.
“Chico”, dijo dirigiéndose a Darius, “has cometido el mayor error de tu vida”.
Hizo una seГ±al con la cabeza a sus soldados y estos levantaron sus espadas y cargaron contra Darius.
Darius se mantenГa en su sitio, sosteniendo la espada con manos temblorosas y, mientras lo hacГa, sentГa que sus antepasados lo miraban desde arriba. SentГa que todos los esclavos que habГan sido asesinados lo miraban, dГЎndole su apoyo. Y empezГі a sentir un gran calor que crecГa dentro de Г©l.
Darius sentГa que el poder que se ocultaba en lo profundo de su ser empezaba a agitarse, inquieto por ser llamado. Pero Г©l no se permitirГa llegar a ello. Г‰l querГa luchar hombre a hombre, derrotarlos como lo harГa cualquier hombre, poner en prГЎctica todo el entrenamiento con sus hermanos de armas. QuerГa ganar como un hombre, luchar como un hombre con armas de metal verdaderas y derrotarlos en igualdad de condiciones. Siempre habГa sido mГЎs rГЎpido que todos los chicos mГЎs mayores, con sus largas espadas de madera y sus cuerpos musculosos, incluso chicos que hacГan dos veces su tamaГ±o.
ReuniГі sus fuerzas y se preparГі mientras ellos se disponГan a atacar.
“¡Loti!” exclamó, sin darse la vuelta, “¡CORRE! ¡Vuelve al pueblo!”
“¡NO!” contestó ella gritando.
Darius sabГa que tenГa que hacer algo; no podГa quedarse allГ y esperar a que lo cogieran. SabГa que debГa sorprenderles, hacer algo que no esperaran.
Darius embistiГі de repente, escogiГі a uno de los dos soldados y corriГі directo hacia Г©l. Se encontraron en medio del claro de barro, Darius soltГі un gran grito de guerra. El soldado dirigiГі su espada a la cabeza de Darius, pero Darius levantГі su espada y bloqueГі el golpe, sus espadas echaban chispas, era el primer impacto de metal sobre metal que Darius habГa sentido jamГЎs. La hoja era mГЎs pesada de lo que Г©l pensaba, el golpe del soldado mГЎs fuerte y Г©l sintiГі una gran vibraciГіn, sintiГі como temblaba todo su brazo, pasando por su codo y hasta el hombro. Le cogiГі desprevenido.
El soldado giraba rГЎpidamente, intentando golpear a Darius por un lado, y Darius girГі y parГі el golpe. Esto no era como entrenarse con sus hermanos; Darius sentГa que se movГa mГЎs lento de lo normal, la espada era muy pesada. Le estaba costando acostumbrarse. ParecГa que el otro soldado se movГa dos veces mГЎs rГЎpido que Г©l.
El soldado girГі de nuevo y Darius entendiГі que no podГa derrotarlo golpe a golpe; tenГa que recurrir a sus otras habilidades.
Darius dio un paso a un lado, esquivando el golpe en lugar de afrontarlo y, a continuaciГіn, golpeГі con el codo la garganta del soldado. Le dio de lleno. El hombre se quedГі sin voz y se tambaleГі hacia atrГЎs, encorvado, agarrГЎndose la garganta. Darius levantГі la empuГ±adura de su espada y la dirigiГі hasta la espalda descubierta del soldado, haciendo que cayera de cara al barro.
Al mismo tiempo el otro soldado cargГі contra Г©l, y Darius se dio la vuelta, levantГі la espada y bloqueГі un poderoso golpe que iba dirigido a su cara. El soldado siguiГі atacando, sin embargo, haciendo que Darius cayera al suelo una y otra vez, con dureza.
Darius sintiГі cГіmo sus costillas crujieron cuando el soldado cayГі encima suyo, yendo a parar ambos al duro barro dentro de una gran nube de polvo. El soldado soltГі su espada y usГі sus manos, intentando sacarle los ojos a Darius con los dedos.
Darius lo agarrГі por las muГ±ecas, echГЎndolas hacia atrГЎs con las manos temblorosas, pero perdiendo la estabilidad. SabГa que debГa hacer algo rГЎpidamente.
Darius levantГі una rodilla y dio la vuelta, consiguiendo hacer girar al hombre de costado. En el mismo movimiento, Darius alcanzГі la larga daga que divisГі en el cinturГіn del hombre y, aprovechando el movimiento, la levantГі y la clavГі en el pecho del hombre, mientras los dos caГan al suelo.
El soldado gritГі y Darius, que estaba encima suyo, vio cГіmo morГa delante de sus ojos. Darius estaba allГ, congelado, perplejo. Era la primera vez que mataba a un hombre. Era una experiencia surreal. Se sentГa victorioso pero entristecido a la vez.
Darius oyГі un grito detrГЎs suyo, que lo alertГі, y al girarse vio al otro soldado, al que habГa aturdido, de pie otra vez, corriendo hacia Г©l. LevantГі su espada y la balanceГі hacia su cabeza.
Darius esperГі, concentrado, y se agachГі en el Гєltimo segundo; el soldado pasГі tambaleГЎndose por delante de Г©l.
Darius se agachГі y cogiГі la daga del pecho del hombre muerto y dio vueltas sobre sГ mismo, mientras el soldado volvГa y atacaba de nuevo, Darius, de rodillas, se inclinГі hacia delante y la lanzГі.
ObservГі cГіmo la daga daba vueltas sobre sГ misma, para ir a parar finalmente al corazГіn del soldado, perforando su armadura. El propio acero del Imperio, segundo para nadie, usado contra ellos. QuizГЎs, pensГі Darius, deberГan haber fabricado armas menos afiladas.
El soldado se desplomГі sobre sus rodillas, con los ojos salidos, y cayГі de lado, muerto.
Darius oyГі un gran grito detrГЎs de Г©l, y saltГі sobre sus pies, se dio la vuelta y vio como el capataz se bajaba de su zerta. FrunciГі el ceГ±o, desenfundГі su espada y corriГі hacia Darius con un gran grito.
“Ahora tendré que matarte yo mismo”, dijo. “¡Pero no solo te mataré a ti, te torturaré a ti, a tu familia y a todo tu pueblo lentamente!”
Г‰l embistiГі contra Darius.
Este capataz del Imperio era obviamente un soldado mГЎs grande que los demГЎs, mГЎs alto y mГЎs ancho, con una armadura mГЎs grande. Era un guerrero endurecido, el guerrero mГЎs grande con el que Darius habГa luchado jamГЎs. Darius debГa admitir que sentГa miedo ante este formidable enemigo – pero se negaba a mostrarlo. Al contrario, estaba decidido a luchar con ese miedo, a rechazar el permitir sentirse intimidado. Era solo un hombre, se dijo Darius a sГ mismo. Y todos los hombres pueden caer.
Todos los hombre pueden caer.
Darius levantГі su espada mientras el capataz se dirigГa hacia Г©l, balanceando su gran espada, que brillaba con la luz, de un lado a otro con las dos manos. Darius se movГa y bloqueaba los golpes; el hombre golpeaba de nuevo.
A izquierda y a derecha, a izquierda y a derecha, el soldado atacaba y Darius paraba los golpes, el gran sonido de metal sonaba en sus oГdos, las chispas volaban por todas partes. El hombre lo obligaba a retroceder, mГЎs y mГЎs lejos, y Darius necesitaba todo su poder solo para parar los golpes. El hombre era fuerte y rГЎpido y a Darius solo le preocupaba seguir con vida.
Darius fue demasiado lento al parar uno de los golpes y gritГі de dolor cuando el capataz encontrГі una abertura y le rajГі el bГceps. Era una herida poco profunda, pero dolorosa y Darius sintiГі la sangre, su primera herida en una batalla y se quedГі aturdido.
Fue un error. El capataz se aprovechГі de su duda y le dio una bofetada con su guante. Darius sintiГі un gran dolor en su mejilla y mandГbula cuando el metal tocГі su cara y el golpe lo echГі hacia atrГЎs, haciГ©ndolo tropezar unos metros, Darius hizo una nota mental de no parar a mirarse una herida nunca mГЎs en plena batalla.
Al notar el sabor de la sangre en sus labios, una furia le invadiГі. El capataz atacГі de nuevo, corriГі hacia Г©l, era grande y fuerte, pero esta vez, con el dolor en sus mejillas y sangre en su lengua, Darius no dejГі que esto le intimidara. Se habГan dado los primeros golpes de la batalla y Darius se dio cuenta de que, por muy dolorosos que fueran, no eran tan malos. TodavГa estaba de pie, respirando y vivo.
Y esto querГa decir que todavГa podГa luchar. PodГa resistir los golpes y todavГa podГa continuar. Resultar herido no era tan malo como habГa temido. Puede que fuera mГЎs pequeГ±o, que tuviera menos experiencia, pero se dio cuenta que su habilidad era tan aguda como la de cualquier otro hombre – y podГa ser igual de mortal.
Darius soltГі un grito gutural y se avalanzГі hacia delante, encarando la batalla esta vez en lugar de alejarse asustado de ella. Ya sin ningГєn miedo a ser herido, Darius levantГі la espada con un grito y la dirigiГі a su oponente. El hombre la parГі, pero Darius no se detuvo, moviГ©ndola de un lado para otro una y otra vez, obligando a retroceder al capataz, a pesar de su mayor tamaГ±o y fuerza.
Darius luchaba por su vida, por Loti, luchaba por toda su gente, sus hermanos de armas y, dando golpes a izquierda y derecha, mГЎs rГЎpido de lo que jamГЎs lo habГa hecho, sin permitir ya que el peso del acero lo ralentizara, finalmente encontrГі una abertura. El capataz gritГі de dolor mientras Darius le rajaba el costado.
Se dio la vuelta y mirГі a Darius con el ceГ±o fruncido, primero con sorpresa y despuГ©s con venganza en sus ojos.
GritГі como un animal herido y cargГі contra Darius. El capataz tirГі su espada, corriГі hacia delante y rodeГі con sus brazos por completo a Darius. LevantГі a Darius del suelo, aprГ©tandolo tan fuerte que Darius dejГі caer su espada. Todo pasГі tan rГЎpido y fue un movimiento tan inesperado, que Darius no pudo reaccionar a tiempo. Г‰l habГa esperado que su enemigo usara la espada en la batalla, no sus puГ±os.
Darius, colgando por encima del suelo, gimiendo, sentГa como si cada hueso de su cuerpo se fuera a romper. Gritaba de dolor.
El capataz lo apretГі mГЎs fuerte, tan fuerte que Darius tenГa la seguridad de que iba a morir. Entonces se inclinГі y dio un cabezazo a Darius, golpeando la nariz de Darius con su frente.
Darius sentГa que la sangre le salГa a borbotones, sintiГі un horrible dolor en la cara y los ojos, que le escocГa, que lo encegaba. Fue un movimiento que no esperaba y, cuando el capataz se inclinГі para darle otro cabezazo, Darius, indefenso, estaba seguro de que lo matarГa.
El ruido de cadenas cortaba el aire y, de repente, los ojos del capataz se abrieron totalmente y soltГі a Darius. Darius, respirando con dificultad, confundido, mirГі hacia arriba, preguntГЎndose por quГ© lo habГa soltado. Entonces vio a Loti, detrГЎs del capataz, rodeГЎndole el cuello con los grilletes que le colgaban, una y otra vez, y apretГЎndolo con todas sus fuerzas.
Darius se tambaleГі hacia atrГЎs, intentando recobrar la respiraciГіn y observГі cГіmo el capataz se tambaleГі hacia atrГЎs unos metros , mirГі por encima de su hombro agarrГі a Loti por detrГЎs, se inclinГі y la hizo volar por encima de su cabeza. Loti cayГі de espaldas al suelo, en el duro suelo, en el lodo, con un grito.
El capataz dio un paso hacia delante, levantГі la pierna y apuntГі con la bota a la cara de ella y Darius vio que estaba a punto de estamparla contra su cara. El capataz se encontraba a unos tres metros de Г©l ahora, demasiado lejos para que Darius lo alcanzara a tiempo.
“¡NO!” gritó Darius.
Darius pensГі con rapidez: se agachГі, cogiГі su espada, dio un paso adelante y, en un movimiento rГЎpido, la lanzГі.
La espada volГі por los aires, dando vueltas sobre sГ misma, y Darius observГі, paralizado, como la punta atravesaba la armadura del capataz, atravesГЎndole directamente el corazГіn.
Sus ojos se volvieron a abrir de golpe y Darius observГі cГіmo se tamabaleaba y caГa, desplomГЎndose sobre sus rodillas, y despuГ©s de cara.
Loti rГЎpidamente logrГі ponerse de pie y Darius corriГі a su lado. Le pasГі el brazo por el hombro, para reconfortarla, muy agradecido con ella, muy aliviado de que estuviera bien.
De repente, un silbido agudo cortГі el aire; Darius se dio la vuelta y vio al capataz, tumbado en el suelo, levantar la mano hacia su boca y silbar de nuevo, por Гєltima vez, antes de morir.
Un horrible rugido quebrГі el silencio, mientras el suelo temblaba.
Darius echГі un vistazo y lo llevГі el terror al ver al zerta de repente dirigiГ©ndose hacia ellos. CorrГa a toda velocidad hacia ellos enfurecido, con sus afilados cuernos hacia abajo. Darius y Loti intercambiaron una mirada, sabiendo que no tenГan hacia donde correr. Darius sabГa que, en unos instantes, los dos estarГan muertos.
Darius mirГі a su alrededor, pensando con rapidez, y vio a su lado la empinada ladera de la montaГ±a, repleta de rocas y piedras. Darius levantГі el brazo, con la mano extendida y con el otro brazo rodeГі a Loti, acercГЎndola hacia Г©l. Darius no querГa recurrir a su poder, pero sabГa que ahora no tenГa elecciГіn, si querГa vivir.
Darius sintiГі un tremendo calor corriendo dentro de Г©l, un poder que apenas podГa controlar y observГі cГіmo una luz salГa disparada de su mano abierta, hacia la empinada ladera. Entonces se oyГі un retumbo, al principio gradual, despuГ©s mГЎs y mГЎs grande, y Darius observГі como las piedras empezaban a caer por la empinada ladera de la montaГ±a, cada vez con mГЎs fuerza.
Una avalancha de piedras se precipitГі contra el zerta, aplastГЎndolo justo antes de que los alcanzara. Se formГі una tremenda nube de polvo, un tremendo ruido y, finalmente, todo quedГі en silencio.
Darius estaba allГ, solo el silencio y el polvo se arremolinaban en el sol, apenas sin entender lo que acababa de hacer. Se dio la vuelta y vio que Loti lo estaba mirando, vio la mirada de horror en su cara, y supo que todo habГa cambiado. HabГa revelado el secreto. Y ahora no habГa marcha atrГЎs.
CAPГЌTULO SIETE
Thor estaba sentado erguido en el filo de su pequeГ±a barca, con las piernas cruzadas, reposando las manos sobre sus muslos, de espaldas a los demГЎs mientras miraba al frГo y cruel mar. Sus ojos estaban rojos por haber llorado y no querГa que los demГЎs lo vieran asГ. Sus lГЎgrimas se habГan secado hacГa rato, pero sus ojos estaban todavГa sensibles mientras observaba el mar, perplejo, preguntГЎndose sobre los misterios de la vida.
ВїCГіmo se le habГa concedido un hijo, solo para arrebatГЎrselo? ВїCГіmo podГa alguien a quien querГa tanto desparecer, serle arrebatado sin aviso y sin oportunidad de regresar?
Thor sentГa que la vida era inexorablemente cruel. ВїDГіnde estaba la justicia en todo esto? ВїPor quГ© no podГa su hijo volver a Г©l?
Thor darГa cualquier cosa – cualquier cosa – caminarГa por encima del fuego, sufrirГa un millГіn de muertes, para recuperar a Guwayne.
Thor cerrГі los ojos y movГa la cabeza mientras intentaba borrar la imagen de aquel volcГЎn ardiendo, la cuna vacГa, las llamas. Intentaba suprimir la idea de su hijo sufriendo una muerte tan dolorosa. Su corazГіn ardГa por la furia pero, por encima de todo, por el dolor. Y la pena de no haber alcanzado antes a su pequeГ±o hijo.
Thor tambiГ©n sintiГі un profundo pinchazo en el estГіmago al intentar imaginar encontrarse con Gwendolyn, contarle las noticias. Con toda seguridad no volverГa a mirarle jamГЎs a los ojos. Y nunca volverГa a ser la misma persona. Para Thorgrin era como si le hubieran arrebatado su vida entera. Г‰l no sabГa cГіmo reconstruirla, cГіmo recoger los pedazos. Se preguntaba cГіmo se puede encontrar otra razГіn para vivir.
Thor escuchГі pasos y sintiГі el peso de un cuerpo a su lado mientras la barca se movГa, chirriando. Al mirar se sorprendiГі al ver a Conven sentГЎndose a su lado, mirГЎndolo fijamente. Thor sintiГі que no habГa hablado con Conven en siglos, no desde la muerte de su gemelo. Verlo allГ era bienvenido. Mientras Thor lo miraba, examinaba el dolor en su rostro, por primer vez, lo entendiГі. Lo entendiГі de verdad.
Conven no dijo ni una palabra. No hacГa falta. Su presencia era suficiente. Se sentГі a su lado solidarizГЎndose con Г©l, hermanos en el dolor.
Estuvieron sentados en silencio durante un largo rato, sin ningГєn ruido, solo el viento rompiendo violentamente, el sonido de las olas chocando suavemente contra la barca, su pequeГ±a barca a la deriva en un mar interminable, en su misiГіn por encontrar y rescatar a Guwayne, que les habГa sido arrebatado a todos ellos.
Al final Conven hablГі:
“No pasa un solo dГa que no piense en Conval”, dijo con voz sombrГa.
Estuvieron sentados de nuevo en silencio durante un largo rato. Thor querГa responder, pero no podГa, se habГa quedado sin habla.
Finalmente, Conven aГ±adiГі: “Me da pena por ti y por Guwayne. Me hubiera gustado verle convertido en un gran guerrero, como su padre. SГ© que lo hubiera sido. La vida puede ser trГЎgica y cruel. Te puede dar para despuГ©s quitГЎrtelo. Me gustarГa poder decirte que me he recuperado de mi dolor, pero no lo he hecho”.
Thor lo mirГі, la brutal sinceridad de Conven de alguna manera le daba un sentimiento de paz.
“¿Qué te mantiene vivo?” preguntó Thor.
Conven mirГі al agua durante un buen rato y despuГ©s suspirГі.
“Pienso que es lo que Conval hubiera querido”, dijo. “Hubiera querido que yo siguiera adelante. Y por eso sigo adelante. Lo hago por Г©l. No por mГ. A veces vivimos una vida por los demГЎs. A veces no nos preocupa lo suficiente vivirla por nosotros, por eso la vivimos por ellos. Pero estoy viendo que a veces esto es suficiente”.
Thor pensaba en Guwayne, ahora muerto, y se preguntaba quГ© hubiera querido su hijo. Por supuesto que hubiera querido que Thor viviera, cuidara a su madre, Gwendolyn. Thor esto lo sabГa por lГіgica. Pero, en su corazГіn, era un concepto difГcil de comprender.
Conven se aclarГі la garganta.
“Vivimos por nuestros padres”, dijo. “Por nuestros hermanos. Por nuestras esposas, hijos e hijas. Vivimos por todos los demás. Y, a veces, cuando la vida te ha golpeado tan fuerte que no puedes seguir por ti mismo, esto debe ser suficiente”.
“No estoy de acuerdo”, dijo una voz.
Thor mirГі y vio a Matus acercГЎndose a su otro lado, sentГЎndose y uniГ©ndose a ellos. Matus mirГі hacia el mar, serio y orgulloso.
“Yo creo que hay otra cosa por la que vivimos”, añadió.
“¿Y de qué se trata?” preguntó Conven.
“La fe”. Matus suspiró. “Mi pueblo, los habitantes de las Islas Superiores, rezan a los cuatro dioses de las orillas rocosas. Rezan a los dioses del agua, el viento, el cielo y las rocas. Aquellos dioses nunca han contestado a mis oraciones. Yo rezo al antiguo dios del Anillo”.
Thor lo mirГі sorprendido.
“Nunca he conocido a un hombre de las Islas Superiores que comparta la fe del Anillo”, dijo Conven.
Matus asintiГі.
“Yo soy diferente a mi gente”, dijo. “Siempre lo he sido. QuerГa entrar la orden monГЎstica cuando era joven, pero mi padre no querГa ni oГr hablar de ello. InsistiГі en que tomara las armas, como mis hermanos”.
SuspirГі.
“Creo que vivimos por nuestr fe, no por los demás”, añadió. “Esto es lo que nos empuja hacia adelante. Si nuestra fe es lo suficientemente fuerte, realmente lo suficientemente fuerte, entonces cualquier cosa puede suceder. Incluso un milagro”.
“¿Y esto me puede devolver a mi hijo?” preguntó Thor.
Matus lo mirГі asintiendo con la cabeza, resuelto, y Thor pudo ver la seguridad en sus ojos.
“SГ”, contestГі Matus terminantemente. “Cualquier cosa”.
“Mientes”, dijo Conven indignado. “Le estás dando falsas esperanzas”.
“No es asГ”, replicГі Matus.
“¿Estás diciendo que la fe me devolverá a mi hermano muerto?” instó Conven, enfadado.
Matus suspirГі.
“Estoy diciendo que toda tragedia es un regalo”, dijo.
“¿Un regalo?” preguntó Thor, horrorizado. “¿Estás diciendo que la pérdida de mi hijo es un regalo?”
Matus asintiГі con seguridad.
“Has recibido un regalo, por muy trГЎgico que suene. No puedes saber quГ© es. Puedo que no durante un largo tiempo. Pero un dГa lo verГЎs”.
Thor se dio la vuelta y mirГі hacia el mar, confundido, inseguro. ВїEra esta una prueba? se preguntaba. ВїEra esta una de las pruebas de las que su madre le habГa hablado? ВїPodГa solo la fe devolverle a su hijo? QuerГa creerlo. Realmente lo querГa. Pero no sabГa si su fe era lo suficientemente fuerte. Cuando su madre habГa hablado de pruebas, Г©l estaba muy seguro de que podrГa superar cualquier cosa que se le pusiera en el camino; sin embargo, ahora, tal y como se sentГa, no sabГa si era lo suficientemente fuerte para continuar.
La barca se balanceaba con las olas y de repente la marea se girГі y Thor sintiГі que su pequeГ±a barca giraba e iba en la direcciГіn opuesta. ReaccionГі pronto y mirГі por encima de su hombro, preguntГЎndose quГ© estaba ocurriendo. Reece, Elden, Indra y O’Connor todavГa estaban remando y manejando las velas, con una mirada de confusiГіn en sus rostros, mientras su pequeГ±a vela se sacudГa salvajemente con el viento.
“Las Mareas del Norte”, dijo Matus, de pie, con las manos en las caderas y mirando a lo lejos, estudiando las aguas. Negó con la cabeza. “Esto no es bueno”.
“¿Qué es esto?” preguntó Indra. “No podemos controlar la barca”.
“A veces atraviesan las Islas Superiores”, explicГі Matus. “Nunca las he visto, pero he oГdo hablar de ellas, especialmente tan al norte. Son aguas revueltas. Una vez te atrapan, te llevan a donde quieren. No importa cuanto intentes remar o navegar”.
Thor mirГі hacia abajo y vio el agua corriendo al doble de velocidad por debajo de ellos. MirГі a lo lejos y vio que se estaban dirigiendo a un nuevo y vacГo horizonte, nubes lilas y blancas manchaban el cielo, a la vez hermosas y premonitorias.
“Pero ahora nos dirigimos hacia el este”, dijo Reece, “y debemos dirigirnos hacia el oeste. Toda nuestra gente está en el oeste. El Imperio está en el Oeste”.
Matus encogiГі los hombros.
“Nos dirigimos a donde nos llevan las olas”.
Thor miraba a lo lejos con asombro y frustraciГіn, dГЎndose cuenta de que cada momento que pasaba los alejaba mГЎs de Gwendolyn, de su gente.
“¿Y dónde acaba esto?” preguntó O’Connor.
Matus se encogiГі de hombros.
“Yo solo conozco las Islas Superiores”, dijo él. “Nunca he estado tan al norte. No conozco nada de lo que hay más allá”.
“No termina”, dijo Reece en voz alta, misteriosamente, y todas las miradas se giraron hacia él.
Reece los mirГі, serio.
“Fui instruido en las mareas hace aГ±os, a una edad temprana. En el antiguo libro de los Reyes tenГamos una colecciГіn de mapas, cubriendo cada porciГіn del mundo. Las Mareas del Norte llevan al lГmite este del mundo”.
“¿El lГmite este?” dijo Elden, con preocupaciГіn en la voz. “EstarГamos en las antГpodas de nuestra gente”.
Reece se encogiГі de hombros.
“Los libros eran antiguos y yo era joven. Lo Гєnico que realmente recuerdo es que las mareas eran un portal a la Tierra de los EspГritus”.
Thor mirГі a Reece, extraГ±ado.
“PatraГ±as y cuentos de hadas”, dijo O’Connor. “No existe el portal a la Tierra de los EspГritus. Se sellГі hace siglos, antes de que nuestros padres pisaran la tierra”.
Reece se encogiГі de hombros y todos se quedaron callados mientras se giraron a mirar hacia el mar. Thor examinГі las aguas que se movГan con rapidez y se preguntaba: ВїHacia quГ© lugar de la tierra se estaban dirigiendo?
*
Thor estaba sentado solo, en el filo del barco, contemplando las aguas como habГa estado haciendo durante horas, la frГa espuma le daba en la cara. Insensible al mundo, apenas lo sentГa. Thor querГa moverse, alzar las velas, remar – lo que fuera-В pero ahora no podГan hacer nada. Las mareas del Norte los estaban llevando por donde querГan y lo Гєnico que podГan hacer era estar sentados sin hacer nada y observar las corrientes, su barca surcando las largas olas y preguntarse dГіnde irГan a parar. Ahora estaban en manos del destino.
Mientras Thor estaba allГ sentado, examinando el horizonte, preguntГЎndose dГіnde acabarГa el mar, sintiГі cГіmo se dejaba llevar por la nada, insensible por el frГo y el viento, perdido en la monotonГa del profundo silencio que colgaba por encima de ellos. Las aves marinas que al principio se movГan en cГrculos a su alrededor hacГa tiempo que habГan desaparecido y, mientras el silencio se hacГa mГЎs profundo, y el cielo se oscurecГa mГЎs y mГЎs, Thor sentГa que estaba navegando en la nada, hacia los mismos confines de la tierra.
No fue hasta horas mГЎs tarde, cuando caГa la Гєltima luz del dГa, que Thor se sentГі y divisГі algo en el horizonte. Al principio estaba seguro de que era una ilusiГіn; pero a medida que las corrientes eran mГЎs fuertes, la forma se hizo mГЎs visible. Era real.
Thor se sentГі erguido, por primera vez en horas, y despuГ©s se puso de pie. Estaba allГ, mientras la barca se balanceaba, con las manos en la cadera, mirando a lo lejos.
“¿Es real?” dijo una voz.
Thor mirГі y vio a Reece acercГЎndose a su lado. Elden, Indra y el resto pronto se unieron a ellos, todos mirando a lo lejos perplejos.
“¿Una isla?” se preguntó O’Connor en voz alta.
“Parece una cueva”, dijo Matus.
Mientras se acercaban, Thor empezГі a ver su contorno yВ vio que, en efecto, era una cueva. Era una cueva enorme, un peГ±asco que se elevaba en el mar, emergiendo aquГ, en medio de un mar cruel e interminable, alzГЎndose a unos cien metros del mar, su abertura dibujaba un gran arco. ParecГa una boca gigante, preparada para tragarse todo el mundo.
Y las corrientes estaban llevando su barca directamente hacia allГ.
Thor lo observaba perplejo y sabГa que solo podГa tratarse de una cosa: la entrada a la Tierra de los EspГritus.
CAPГЌTULO OCHO
Darius andaba despacio por el camino de barro, Loti a su lado, el aire lleno con la tensiГіn de su silencio. Ninguno de los dos habГa dicho una palabra desde su encuentro con el capataz y sus hombres y la mente de Darius hervГa con un millГіn de pensamientos mientras andaba a su lado, acompaГ±ГЎndola de vuelta a su pueblo. Darius querГa rodearla con su brazo, decirle lo agradecido que estaba de que estuviera viva, de que lo hubiera salvado como Г©l la habГa salvado a ella, lo decidido que estaba a no dejar que se marchase de su lado nunca mГЎs. QuerГa ver sus ojos llenos de alegrГa y alivio, querГa oГrle decir cuГЎnto significaba para ella que hubiera arriesgado la vida por ella o, al menos, que se alegraba de verlo.
Sin embargo, mientras andaban en un profundo e incГіmodo silencio, Loti no decГa nada, ni siquiera lo miraba. No le habГa dicho ni una palabra desde que Г©l habГa provocado la avalancha, ni siquiera lo habГa mirado a los ojos. El corazГіn de Darius latГa con fuerza, preguntГЎndose quГ© estaba pensando ella. HabГa presenciado cГіmo reunГa su poder, habГa presenciado la avalancha. DespuГ©s de la misma, le habГa lanzado una mirada de horror y no lo habГa vuelto a mirar desde entonces.
QuizГЎs, pensaba Darius, desde su punto de vista habГa roto el sagrado tabГє de su pueblo al recurrir a la magia, la cosa que su pueblo despreciaba mГЎs que a nada. QuizГЎs ella le temГa; o incluso peor, quizГЎs ya no lo querГa. QuizГЎs pensaba que era una especie de monstruo.
Darius sentГa que su corazГіn se rompГa mientras andaban lentamente de vuelta al pueblo y se preguntaba quГ© sentido tenГa todo aquello. Acababa de arriesgar su vida para salvar a una chica que ya no lo querГa. PagarГa lo que fuera por leer sus pensamientos, lo que fuera. Pero ella ni le hablaba. ВїEstaba asustada?
Darius querГa decirle algo, cualquier cosa para romper el silencio. Pero no sabГa por donde empezar. Г‰l habГa creГdo que la conocГa, pero ahora no estaba tan seguro. Una parte de Г©l se sentГa indignado, demasiado orgulloso para hablar, dada su reacciГіn y otra parte de Г©l se sentГa de alguna manera avergonzado. SabГa lo que su gente pensaba del uso de la magia. ВїTan terrible era usar la magia? ВїIncluso si habГa salvado su vida? ВїSe lo contarГa a los demГЎs? Si la gente de la aldea lo descubrГa, seguro que lo exiliarГan.
Ellos andaban y andaban y Darius al final no lo pudo resistir mГЎs; tenГa que decir algo.
“Estoy seguro de que tu familia estará contenta de ver que vuelves sana y salva”, dijo Darius.
Loti, ante su decepciГіn, no aprovechГі la ocasiГіn para mirarlo; sino que simplemente seguГa inexpresiva mientras continuaban andando en silencio. Finalmente, despuГ©s de un buen rato, moviГі la cabeza.
“Quizás”, dijo ella. “Pero pienso que estarán más preocupados que otra cosa. El pueblo entero lo estará”.
“¿Qué quieres decir?” preguntó Darius.
“Has matado a un capataz. Hemos matado a un capataz. El Imperio entero habrГЎ salido a buscarnos. DestruirГЎn nuestro pueblo. A nuestra gente. Hemos hecho algo terrible, egoГsta.
“¿Algo horrible? ¡Te salvé la vida!” dijo Darius exasperado.
Ella se encogiГі de hombros.
“Mi vida no vale la vida de toda nuestra gente”.
Darius estaba furioso, sin saber quГ© decir mientras caminaban. Estaba empezando a ver que Loti era una chica complicada, difГcil de entender. HabГa sido demasiado adoctrinada con el rГgido pensamiento de sus padres, de su gente.
“O sea que entonces me odias”, dijo él. “Me odias por salvarte”.
Ella se negaba a mirarlo, continuaba caminando.
“Yo también te salvé”, replicó con orgullo. “¿No te acuerdas?”
Darius se ruborizГі; no lograba comprenderla. Era demasiado orgullosa.
“No te odio”, añadió finalmente. “Pero vi cómo lo hiciste. Vi lo que hiciste”.
Darius sintiГі que temblaba por dentro, herido por sus palabras. Salieron como una acusaciГіn. No era justo, especialmente despuГ©s de haber salvado su vida.
“¿Y eso es algo tan horrible?” preguntó él. ¿Fuera el que fuera el poder que utilicé?”
Loti no respondiГі.
“Soy quien soy”, dijo Darius. “NacГ asГ. No lo pedГ. Ni yo mismo lo entiendo del todo. No sГ© cuГЎndo viene y cuГЎndo se va. No sГ© si alguna vez podrГ© usarlo de nuevo. No querГa usarlo. Era como si…él me usara a mГ”.
Loti continuaba mirando hacia abajo, sin responder, sin mirarlo a los ojos, y Darius sintiГі un profundo sentimiento de arrepentimiento. ВїHabГa cometido un error al rescatarla? ВїDebГa avergonzarse de quien era?
“¿PreferirГas estar muerta a que yo hubiera usado…lo que sea que usГ©?” preguntГі Darius.
De nuevo Loti no respondiГі mientras andaban y el arrepentimiento de Darius se volvГa mГЎs profundo.
“No hables de esto a nadie”, dijo ella. “No debemos hablar nunca de lo que ha sucedido hoy aquГ. Los dos seremos marginados”.
Giraron la esquina y su pueblo apareciГі ante su vista. Caminaron por el camino principal y, mientras lo hacГan, algunos aldeanos los reconocieron y soltaron un gran grito de alegrГa.
En unos instantes hubo una gran conmociГіn mientras los aldeanos se amontonaban para recibirlos, centenares de ellos, corriendo emocionados a abrazar a Loti y a Darius. AbriГ©ndose paso entre la multitud estaba la madre de Loti, junto a su padre y dos de sus hermanos, hombres altos de anchos hombros, pelo corto y mandГbulas orgullosas. Todos ellos miraron a Darius, como tomГЎndole las medidas. De pie a su lado estaba el tercer hermano de Loti, mГЎs pequeГ±o que los otros y cojo de una pierna.
“Mi amor”, dijo la madre de Loti, corriendo a través de la multitud y la cogió entres sus brazos, abrazándola fuerte.
Darius se quedГі atrГЎs, sin saber quГ© hacer.
“¿QuГ© te pasГі? pidiГі su madre. “PensГ© que el Imperio se te habГa llevado. ВїCГіmo te liberaste?”
Todos los aldeanos se quedaron serios, en silencio, mientras todos los ojos se dirigГan a Darius. Г‰l estaba allГ, sin saber quГ© decir. Г‰l sentГa que ese debГa ser un momento de gran alegrГa y celebraciГіn por lo que habГa hecho, un momento del que sentirse muy orgulloso, de ser recibido en casa como un hГ©roe. DespuГ©s de todo, solo Г©l, de entre todos ellos, habГa tenido el valor de ir en busca de Loti.
En cambio, era un momento de confusiГіn para Г©l. Y quizГЎs incluso de vergГјenza. Loti le dirigiГі una mirada firme, como advirtiГ©ndole que no revelara su secreto.
“No pasó nada, Madre”, dijo Loti. “El Imperio cambió de opinión. Me soltaron”.
“¿Te soltaron?” repitió ella con estupor.
Loti asintiГі con la cabeza.
“Me soltaron lejos de aquГ. Me perdГ en el bosque y Darius me encontrГі. Me trajo de vuelta”.
Los aldeanos, en silencio, miraban todos escГ©pticos de Darius a Loti. Darius percibiГі que no les creГan.
“¿Y qué es esta marca en tu cara?” le preguntó su padre, dando un paso hacia adelante, frotando con su dedo pulgar su mejilla y girando su cabeza para examinarla.
Darius mirГі y vio un gran roncha negra y azul.
Loti mirГі a su padre, insegura.
“Yo…tropecé”, dijo ella. “Con una raГz. Ya te dije que estoy bien”, insistiГі, desafiante.
Todos los ojos se giraron hacia Darius y Bokbu, jefe del pueblo, dio un paso hacia adelante.
“Darius, Вїes eso cierto?” le preguntГі con voz sombrГa. “¿La devolviste de forma pacГfica? ВїNo te topaste con el Imperio?”
Darius estaba allГ, el corazГіn le latГa fuerte, centenares de ojos le miraban. SabГa que si les contaba su encuentro, si les contaba lo que habГa hecho, todos temerГan que hubieran represalias. Y Г©l no podГa explicar cГіmo los matГі sin hablar de su magia. SerГa un marginado y Loti tambiГ©n, y Г©l no querГa sembrar el pГЎnico en el corazГіn de todo el pueblo.
Darius no querГa mentir. Pero no sabГa quГ© otra cosa hacer.
AsГ que, Darius simplemente asintiГі a los mayores, sin hablar. Que interpreten lo que quieran, pensГі.
Poco a poco, la gente, aliviada, se girГі a mirar a Loti. Finalmente, uno de sus hermanos dio un paso adelante y la rodeГі con su brazo.
“¡Está a salvo!” dijo en voz alta, rompiendo la tensión. “¡Eso es lo único que importa!”
Hubo un gran grito en el pueblo, la tensiГіn se rompiГі y su familia y todos los demГЎs abrazaron a Loti.
Darius estaba allГ y observaba, recibiendo unas cuantas palmaditas poco entusiastas en la espalda, mientras Loti, soloa, se girГі hacia su familia, que la acompaГ±Гі hasta el pueblo. Г‰l veГa como se marchaba, esperando, con la ilusiГіn de que se diera la vuelta para mirarlo, solo una vez.
Pero su corazГіn se secaba dentro de Г©l mientras la veГa desaparecer, envuelta por la multitud, sin girarse nunca.
CAPГЌTULO NUEVE
Volusia estaba orgullosa en su carruaje de oro, montada en lo alto de su barco de oro que brillaba al sol, mientras lentamente avanzaba por los canales de Volusia, con los brazos abiertos, recibiendo la adulaciГіn de su pueblo. Miles de ellos salieron, se apresuraron hacia los lГmites de los canales, hicieron fila en las calles y callejuelas y gritaban su nombre desde todas las direcciones.
Mientras navegaba por los estrechos canales que se abrГan camino a travГ©s de la ciudad, Volusia casi podГa tocar a su gente, todos llamando su nombre, gritando y chillando con adulaciГіn mientras lanzaban tiras de pergamino rotas de todos los colores, que brillaban con la luz mientras caГan encima de ella en forma de lluvia. Era la mayor seГ±al de respeto que su pueblo le podГa ofrecer. Era su manera de recibir a un hГ©roe que volvГa.
“¡Larga vida a Volusia! ¡Larga vida a Volusia!” cantaban, resonando de una callejuela a la otra mientras ella pasaba a través de las masas, los canales llevándola a través de su suntuosa ciudad, sus calles y edificios todos forrados de oro.
Volusia se echaba hacia atrГЎs y lo admiraba todo, emocionada por haber derrotado a RГіmulo, haber matado al Gobernante Supremo del Imperio y haber asesinado a su contingente de soldados. Su pueblo era uno con ella y se sentГan envalentonados cuando ella se sentГa envalentonada y ella nunca se habГa sentido mГЎs fuerte en su vida-no desde que habГa asesinado a su madre.
Volusia observaba su suntuosa ciudad, a los dos imponentes pilares que daban entrada a ella, de un dorado y verde brillantes al sol; se fijaba en el interminable conjunto de antiguos edificios construidos en tiempos de sus antepasados, de varios centenares de aГ±os, bien conservados. Las brillantes calles inmaculadas estaban abarrotadas por miles de personas, guardas en cada esquina, los canales cortados a travГ©s de ellas en exactos ГЎngulos perfectos, conectГЎndolo todo. HabГan pequeГ±os puentes en los cuales se podГan ver caballos pisando fuerte, llevando carruajes de oro, gente luciendo sus mГЎs finas sedas y joyas. Se habГa declarado fiesta en toda la ciudad y todos habГan salido a recibirla, todos gritando su nombre en este dГa sagrado. Ella era mГЎs que una lГder para ellos, era una diosa.
TodavГa era mГЎs favorable que este dГa coincidiera con una festividad, el DГa de las Luces, el dГa en que hacГan una reverncia a los siete dioses del sol. Volusia, como lГder de la ciudad, siempre era la que daba inicio a las festividades y, mientras navegaba, las dos inmensas antorchas ardГan detrГЎs de ella, mГЎs brillantes que el dГa, a punto para iluminar la Gran Fuente.
Todo el mundo la seguГa, corriendo por las calles, persiguiendo su barco; sabГa que la acompaГ±arГan durante todo el camino, hasta que llegara al centro de los seis cГrculos de la ciudad, donde desembarcarГa y encenderГa las fuentes que marcarГan la fiesta del dГa y los sacrificios. Era un dГa glorioso para su ciudad y su gente, un dГa para alabar a los catorce dioses, los que se decГa que rodeaban la ciudad, que guardaban las catorce entradas contra invasores no deseados. Su gente rezaba a todos ellos y hoy, como todos los dГas, debГan darles las gracias.
Este aГ±o, a su pueblo le esperaba una sorpresa: Volusia habГa aГ±adido un decimoquinto dios, era la primera vez en siglos, desde la creaciГіn de la ciudad, que se aГ±adГa un dios. Y ese dios era ella misma. Volusia habГa levantado una imponente estatua de oro de ella misma en el centro de los siete cГrculos y habГa declarado ese dГa el dГa de su nombre, de su fiesta. Cuando la descubrieran, todo su pueblo la verГa por primera vez, verГan que ella, Volusia, era mГЎs que su madre, mГЎs que una lГder, mГЎs que una simple humana. Era una diosa, que merecГa ser venerada cada dГa. Ellos le rezarГan y harГan reverencias junto con los demГЎs dioses – lo harГan o ella los matarГa.
Volusia sonreГa para sГ misma mientras se acercaba mГЎs al centro de la ciudad. Apenas podГa esperar a ver sus expresiones, a hacer que todos la adoraran como a los catorce dioses. Ellos todavГa no lo sabГan pero, un dГa, destruirГa a los otros dioses, uno a uno, hasta que solo quedara ella.
Volusia, emocionada, mirГі por detrГЎs de su hombro y vio una interminable colecciГіn de barcos que la seguГan, todos llevando toros y cabras y carneros vivos, moviГ©ndose y haciendo ruido al sol, todos preparados para el sacrificio del dГa para los dioses. Ella sacrificarГa al mГЎs grande y al mejor delante de su estatua.
El barco de Volusia finalmente llegГі al canal abierto que lleva a los siete cГrculos de oro, cada uno de ellos mГЎs ancho que el anterior, anchas plazas de oro separadas por anillos de agua. Su barco pasГі lentamente a travГ©s de los cГrculos, cada vez mГЎs cerca del centro, pasando cada uno de los catorce dioses y su corazГіn latГa por la emociГіn. Cada dios se elevaba por encima de ellos mientras pasaban, cada estatua de oro brillante, de unos ocho metros. En el centro de todo aquello, en la plaza que siempre se habГa mantenido vacГa para sacrificios y para congregarse, ahora se levantaba un pedestal de oro acabado de construir, encima del cual habГa una estructura de unos quince metros cubierta con una ropa de seda blanca. Volusia sonriГі: ella era la Гєnica de entre su gente que sabГa lo que habГa bajo aquella tela.
Volusia desembarcГі, sus sirvientes se apresuraron a ayudarla a bajar cuando llegaron a la plaza del centro. ObservГі cГіmo otro barco se acercaba, sacaban de allГ al toro mГЎs grande que jamГЎs habГa visto y una docena de hombres lo llevaban hasta ella. Cada uno sostenГa una gruesa cuerda, llevando a la bestia con cuidado. Este toro era especial, adquirido en las Provincias Inferiores: casi cinco metros de alto, con la piel roja y brillante, era un modelo de fuerza. TambiГ©n estaba lleno de furia. Se resistГa, pero los hombres lo mantenГan en su sitio a la vez que lo llevaban delante de la estatua.
Volusia oyГі como se desenfundaba una espada, se girГі y vio a Aksan, su asesino personal, de pie a su lado, sujetando la espada ceremonial. Aksan era el hombre mГЎs leal que jamГЎs habГa conocido, dispuesto a matar a cualquiera que ella le pidiera solamente con un gesto de su cabeza. TambiГ©n era sГЎdico, razГіn por la que le gustaba y se habГa ganado su respeto muchas veces. Era una de las pocas personas a las que permitГa acercarse a su lado.
Aksan la mirГі, con su cara hundida y llena de surcos, sus cuernos eran visibles detrГЎs de su grueso pelo rizado.
Volusia cogiГі la larga y dorada espada ceremonial, con una hoja de casi dos metros de largo y sujetГі su empuГ±adura fuerte con ambas manos. Se hizo un silencio profundo mientras ella le daba vueltas, la levantaba en alto y la dirigГa hacia la nuca del toro con todas sus fuerzas.
La espada, afilada como estaba, delgada como un pergamino, lo rebanГі y Volusia sonreГa mientras oГa el satisfactorio sonido de la espada perforando la carne, sintiГі cГіmo la cortaba de arriba aabajo y sintiГі la sangre caliente salpicГЎndole en la cara. SalГa a borbotones por todas partes, un enorme charco rezumaba a sus pies y el toro se tambaleГі, sin cabeza, y cayГі en la base de la estatua, todavГa cubierta. La sangre se desparramГі por encima de la seda y el oro, manchГЎndolos, mientras la gente soltaba una gran ovaciГіn.
“¡Un gran presagio, mi señora!”, Askan se inclinó y dijo.
Las ceremonias habГan empezado. A su alrededor sonaban las trompetas y centenares de animales eran traГdos hacia allГ, mientras sus oficiales empezaban a su alrededor, por todos lados. Este serГa un largo dГa de matanza, de violaciГіn y de hartarse de comida y vino – y despuГ©s volver a hacerlo durante otro dГa, y otro. Volusia se asegurarГa de unirse a ellos, cogerГa algunos hombres y vino para ella y los degollarГa como sacrificio para sus Гdolos. Estaba deseando tener un largo dГa de sadismo y brutalidad.
Pero primero debГa hacer una cosa.
La multitud se quedГі en silencio mientras Volusia subГa el pedestal de la base de su estatua, se daba la vuelta y miraba a su pueblo. Subiendo por el otro lado estaba Koolian, otro consejero de confianza, un oscuro hechicero que llevaba una capucha negra y una tГєnica, con ojos verdes brillantes y una cara llena de berrugas, la criatura que la habГa ayudado y servido como guГa en el asesinato de su madre. Fue Г©l, Koolian, quiГ©n le habГa aconsejado construir esta estatua para ella misma.
El pueblo la miraba, en absoluto silencio. Ella esperaba, saboreando el drama del momento.
“¡Gran pueblo de Volusia!” gritó fuerte. “¡Os presento la estatua de vuestro más grande y nuevo dios!”
Con un movimiento Volusia retirГі la sГЎbana de seda, dejando a la multitud boquiabierta.
“¡Vuestra nueva diosa, la decimoquinta diosa, Volusia!” Koolian gritó fuerte hacia el pueblo.
El pueblo soltГі un profundo grito de asombro, mientras todos la miraban extraГ±ados. Volusia mirГі a la brillante estatua de oro, dos veces mГЎs alta que las otras, un modelo perfecto de ella. Esperaba nerviosa a ver cГіmo reaccionaba su gente. Hacia siglos que nadie introducГa un nuevo dios y apostaba por ver si su amor por ella era tan grande como ella necesitaba que fuera. No solo necesitaba que la amaran, necesitaba que la veneraran.
Para su gran satisfacciГіn, todo su pueblo, de repente bajaron sus cabezas a la vez , haciendo una reverencia, adorando a su Гdolo.
“Volusia”, cantaban sagradamente, una y otra vez. “Volusia. Volusia”.
Volusia estaba allГ de pie, con los brazos extendidos, respirando profundamente, recibiГ©ndolo todo. Era suficiente elogio para satisfacer a cualquier humano. Cualquier lГder. Cualquier dios.
Pero todavГa no era suficiente para ella.
*
Volusia caminaba por la ancha y arqueada entrada al aire libre de su castillo, pasando por columnas de mГЎrmol de treinta metros de altura, la entrada estaba repleta de jardines y guardas, soldados del Imperio, perfectamente erguidos, sujetando lanzas de oro, en fila, tan lejos como alcanzaba la vista. Ella caminaba lentamente, los tacones dorados de sus botas hacГan ruido, iba acompaГ±ada por ambos lados, de Koolian, su hechicero, Aksan, su asesino, y Soku, el comandante de su ejГ©rcito.
“Mi seГ±ora, si pudiera hablar un momento con usted”, dijo Soku. HabГa intentado hablar con ella durante todo el dГa y ella lo habГa ignorado, sin interesarle sus miedos, su fijaciГіn en la realidad. Ella tenГa su propia realidad y hablarГa con Г©l cuando le fuera bien.
Volusia continuГі andando hasta llegar a otra entrada que daba otro pasillo, este engalanado con largas tiras de abalorios de esmeralda. Inmediatamente, los soldados se apresuraron a retirarlas a un lado, abriГ©ndole a ella el paso.
Al entrar, todos los cantos, el griterГo y el jolgorio de las sagradas ceremonias del exterior iban dejando poco a poco de oГrse. HabГa tenido un largo dГa de matanzas, bebida, violaciГіn y festejo y Volusia querГa un rato para reponerse. RecargarГa fuerzas, y despuГ©s volverГa para otra ronda.
Volusia entrГі a las solemnes cГЎmaras, oscuras y pesadas, solo iluminadas por unas pocas antorchas. Lo que iluminaba la habitaciГіn mГЎs que nada era el Гєnico rayo de luz verde, que salГa disparado hacia abajo desde el Гіculo que habГa arriba en el centro del techo a unos treinta metros de altura, directo a un objeto singular que estaba solo en el centro de la sala.
La lanza esmeralda.
Volusia se acercГі a ella, admirada, mientras estaba allГ, como habГa estado durante siglos, apuntando directamente a la luz. Con su empuГ±adura y su punta color esmeralda, brillaba a la luz, apuntando directo hacia los cielos, como desafiando a los dioses. Siempre habГa sido un objeto sagrado para su pueblo, un objeto que el pueblo pensaba que sostenГa la ciudad entera. Estaba delante de ella admirada, observando como las partГculas se arremolinaban a su alrededor en la luz verde.
“Mi señora”, dijo Soku suavemente, su voz retumbando en el silencio. “¿Puedo hablar?”
Volusia estuvo durante un buen rato de espaldas a Г©l, examinando la lanza, admirando su artesanГa, como habГa hecho cada dГa de su vida, hasta que finalmente se sintiГі preparada para escuchar las palabras de su consejero.
“Sà que puedes”, dijo ella.
“Mi señora”, dijo él, “ha matado al gobernador del Imperio. Seguramente, ha corrido la voz. Los ejércitos estarán marchando hacia Volusia ahora mismo. Ejércitos enormes, muy grandes para podernos defender contra ellos. Debemos prepararnos. ¿Cuál es su estratgia?”
“¿Estrategia?” preguntГі Volusia, todavГa sin mirarlo, enojada.
“¿Cómo negociará la paz? Presionó él. “¿Cómo se entregará?”
Se girГі hacia Г©l y le clavГі los ojos frГamente.
“No habrГЎ paz”, dijo ella. “Hasta que yo acepte su rendiciГіn y su promesa de lealtad hacia mГ”.
Г‰l la mirГі, con miedo en su rostro.
“Pero mi señora, nos ganan en número de cien a uno”, dijo él. “No es posible que nos defendamos contra ellos”.
Ella se volviГі hacia la lanza y Г©l se acercГі, desesperado.
“My Emperadora”, insistiГі Г©l. “Ha conseguido una extraordinaria victoria al usurpar el trono de su madre. Su pueblo no la querГa a ella, pero a usted sГ. La adoran. Nadie le hablarГЎ con sinceridad. Pero yo sГ que lo harГ©. Usted se rodea de gente que le dice lo que quiere oГr. Que le teme. Pero yo le dirГ© la verdad, la realidad de la situaciГіn. El Imperio nos rodearГЎ. Y nos aplastarГЎn. No quedarГЎ nada de nosotros, de nuestra ciudad. Debe actuar. Debe negociar una tregua. Pagar el precio que pidan. Antes de que nos maten a todos”.
Volusia sonreГa mientras examinaba la lanza.
“¿Sabes lo que decГan de mi madre?” preguntГі ella.
Soku estaba allГ, mirГЎndola sin comprender y negГі con la cabeza.
“DecГan que era la Elegida. DecГan que nunca serГa derrotada. DecГan que nunca morirГa. ВїSabes por quГ©? Porque nadie habГa empuГ±ado esta lanza en seis siglos. Y ella vino y la empuГ±Гі con una mano. Y la usГі para matar a su padre y quedarse con su trono”.
Volusia se girГі hacia Г©l, sus ojos radiantes de historia y destino.
“DecГan que la lanza solo serГa empuГ±ada una vez. Por la Elegida. DecГan que mi madre vivirГa mil siglos, que el trono de Volusia serГa suyo para siempre. ВїY sabes quГ© pasГі? Yo misma empuГ±Г© la lanza y la usГ© para matar a mi madre”.
Ella respirГі profundamente.
“¿QuГ© le dice esto, SeГ±or Comandante?”, dijo ella, “cuando todo el mundo en este universo se arrodille ante mГ, cuando no exista ni una sola persona que no conozca, grite y chille mi nombre, entonces sabrГЎs que yo soy la Гєnica lГder verdadera, y que yo soy el Гєnico dios verdadero. Yo soy la Elegida. Porque yo me he elegido a mГ misma”.
CAPГЌTULO DIEZ
Gwendolyn caminaba por la aldea, acompaГ±ada de sus hermanos, Kendrick y Godfrey, y por Sandara, Aberthol, Brandt y Atme, con centenas de personas de su pueblo siguiГ©ndola, mientras eran recibidos. Bokbu, el jefe del pueblo, los guiaba y Gwen andaba a su lado, llena de gratitud mientras visitaba el pueblo. Su gente los habГa acogido, les habГa proporcionado un refugio seguro y el jefe lo habГa hecho poniГ©ndose a Г©l mismo en peligro, contra la voluntad de algunos de lo suyos. Los habГa salvado a todos, los habГa rescatado de los muertos. Gwen no sabГa quГ© hubieran hecho si no hubiera sido asГ. Probablemente estarГan todos muertos en el mar.
Gwen tambiГ©n se sentГa muy agradecida a Sandara, que habГa respondido por ellos ante su gente y quien habГa tenido la sensatez de llevarlos aquГ. Gwen mirГі a su alrededor, observando la escena mientras los aldeanos se amontonaban a su alrededor, observГЎndolos llegar como algo curioso, y se sentГa como un animal expuesto. Gwen vio las pequeГ±as y originales cabaГ±as de barro y vio un pueblo orgulloso, una naciГіn de guerreros con ojos amables, observГЎndolos. Estaba claro que nunca antes habГan visto nada parecido a Gwen y su gente. Aunque curiosos, tambiГ©n eran prudentes. Gwen no podГa culparles. Una vida como esclavos los habГa moldeado para ser cautos.
Gwen vio todas las hogueras que se estaban erigiendo por todas partes y se extraГ±Гі.
“¿Por qué todas estas hogueras?” preguntó.
“LlegГЎis en un dГa de buen augurio”, dijo Bokbu. “Es nuestra festividad de los muertos. Una noche santa para nosotros, sucede solo una vez durante el ciclo del sol. Quemamos hogueras en honor a los muertos y se dice que, durante esta noche, los dioses nos visitan y nos hablan de lo que estГЎ por venir”.
“TambiГ©n se dice que nuestro salvador vendrГЎ en este dГa”, dijo inesperadamente una voz.
Gwen mirГі a su alrededor y vio a un hombre mayor, quizГЎs de unos setenta aГ±os, alto, delgado con una apariencia sombrГa, caminando a su lado, llevando un largo bastГіn amarillo y vistiendo una tГєnica amarilla.
“Le presento a Kalo”, dijo Bokbu. “Nuestro oráculo”.
Gwen le saludГі con la cabeza y Г©l hizo lo mismo, sin expresiГіn.
“Vuestro pueblo es hermoso”, comentГі Gwendolyn. “Percibo el amor de familia aquГ”.
El jefe sonriГі.
“Es joven para ser reina, pero sabia, afable. Es cierto lo que dicen de usted mГЎs allГЎ de los mares. DesearГa que usted y su gente pudieran quedarse aquГ mismo, en el pueblo, con nosotros; pero entenderГЎ que debemos esconderlos de los ojos entrometidos del Imperio. EstarГЎn cerca, no obstante; aquel serГЎ su hogar, allГ”.
Gwendolyn siguiГі su mirada y a lo alto vio una montaГ±a lejana, llena de agujeros.
“Las cuevas”, dijo él. “Allà estarán seguros. El Imperio no los buscará allà y podrán encender hogueras y preparar su comida y recuperarse hasta que estén bien”.
“¿Y después?” preguntó Kendrick, uniéndose a ellos.
Bokbu lo mirГі, pero antes de que pudiera responder se detuvo, pues delante suyo apareciГі un aldeano alto y musculoso sujetando una lanza, flanqueado por una docena de hombres musculosos. Era el mismo hombre del barco, el que habГa protestado por su llegada y no parecГa contento.
“Pones en peligro a todo nuestro pueblo dejando que estГ©n aquГ los extraГ±os”, dijo con voz oscura. “Debes devolverlos al lugar del que vienen. No nos corresponde acoger hasta la Гєltima raza que el mar arroja hasta aquГ”.
Bokbu negГі con la cabeza mientras lo miraba.
“Tus padres se avergüenzan de ti”, dijo. “Las leyes de nuestra hospitalidad se extienden a todos”.
“¿Y un esclavo debe cargar con el peso de conceder hospitalidad?” replicó. “¿Cuando no podemos encontrarla nosotros mismos?”
“El modo en que nos tratan a nosotros no tiene nada que ver con el modo en que nosotros tratamos a los demás”, replicó el jefe. “Y no daremos la espalda a aquellos que nos necesiten”.
El aldeano mirГі con burla a Gwendolyn, Kendrick, a los demГЎs y otra vez al jefe.
“No los queremos aquГ”, dijo, muy indignado. “Las cuevas no estГЎn lo suficientemente lejos y cada dГa que estГ©n aquГ, estamos un dГa mГЎs cerca de la muerte”.
“¿Y qué tiene de bueno esta vida a la que te aferras si no la pasas justamente?” preguntó el jefe.
El hombre lo mirГі fijamente durante un buen rato y, finalmente, se dio la vuelta y se marchГі furioso, seguido de sus hombres.
Gwendolyn observaba como se iban, extraГ±ada.
“No le haga caso”, dijo el jefe, mientras continuaba andando y Gwen y los demás hicieron lo mismo a su lado.
“No quiero ser una carga para ustedes”, dijo Gwendolyn. “Podemos marcharnos”.
El jefe negГі con la cabeza.
“No se marcharГЎn”, dijo. “No hasta que hayan descansado y estГ©n preparados. Hay otros sitios donde pueden ir en el Imperio, si lo prefieren. Sitios que tambiГ©n estГЎn bien escondidos. Pero estГЎn lejos de aquГ y es peligoso llegar a ellos y deben recuperarse y decidir y quedarse aquГ con nosotros. Insisto. De hecho, solo por esta noche, deseo que se unan a nosotros, que participen en las festividades de nuestro pueblo. Ya estГЎ anocheciendo, el Imperio no los verГЎ, y es un dГa importante para nosotros. SerГa un honor para mГ tenerlos como invitados”.
Gwendolyn percibiГі que estaba anocheciendo, vio como encendГan las hogueras, los aldeanos vestГan sus mejores galas, reuniГ©ndose; escuchГі el sonido de un tambor que empezaba a sonar fuerte, suave, al ritmo y despuГ©s cantos. Vio niГ±os corriendo alrededor, cogiendo regalos, que parecГan caramelos. Vio hombres que pasaban cocos llenos con algГєn lГquido y sentГa el olor a carne de los grandes animales que se estaban asando en las hogueras.
A Gwen le gustaba la idea de que su gente tuviera la oportunidad de descansar, recuperarse y comer bien antes de ascender al aislamiento de las cuevas.
Se girГі hacia el jefe.
“Me gustarГa”, dijo. “Me gustarГa mucho”.
*
Sandara caminaba al lado de Kendrick, embargada por la emociГіn de estar de nuevo en casa. Estaba feliz de estar en casa, de estar de nuevo con su gente en una tierra conocida; sin embargo tambiГ©n se sentГa reprimida, se sentГa otra vez como una esclava. Estar aquГ le devolvГa recuerdos de por quГ© se habГa ido, de por quГ© se habГa ofrecido voluntaria para estar al servicio del Imperio y cruzar los mares con ellos como curandera. Al menos esto la habГa sacado de este sitio.
Sandara se sentГa muy aliviada por haber ayudado a salvar a la gente de Gwendolyn, por haberlos traГdo aquГ antes de que murieran en el mar. Mientras caminaba al lado de Kendrick deseaba, mГЎs que nada, darle la mano, mostrar su hombre a su pueblo. Pero no podГa. Demasiados ojos estaban fijados en ellos y ella sabГa que el pueblo nunca tolerarГa una uniГіn entre razas.
Kendrick, como si le leyera el pensamiento, deslizГі una mano alrededor de su cintura y Sandara la apartГі rГЎpidamente. Kendrick la mirГі herido.
“Aquà no”, le respondió en voz baja, sintiéndose culpable.
Kendrick frunciГі el ceГ±o, desconcertado.
“Hemos hablado de esto”, dijo ella. “Te dije que mi pueblo era rГgido. Debo respetar sus leyes”.
“Entonces, ¿te avergüenzas de m�” preguntó Kendrick.
Sandara negГі con la cabeza.
“No, mi seГ±or. Al contrario. No existe nadie de quien me sienta mГЎs orgullosa. Ni nadie a quien quiera mГЎs. Pero no puedo estar contigo. No aquГ. No en este lugar. Debes entenderlo”.
La expresiГіn de Kendrick se oscureciГі y ella se sintiГі fatal por ello.
“Pero es donde estamos”, dijo él. “No hay otro lugar para nosotros. Entonces, ¿no estaremos juntos?”
Ella hablГі, mientras su corazГіn se rompГa por sus propias palabras: “TГє estarГЎs en las cuevas de tu pueblo”, dijo ella. “Yo estarГ© aquГ, en el pueblo. Con mi gente. Es lo que me toca. Te quiero, pero no podemos estar juntos. No en este lugar”.
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